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PROFUNDIZANDO: MOISES Y LA ZARZA ARDIENTE

Por Andrew Sargent, Ph. D., colaborador de Fundamentos de ICM

La ordalía de la zarza ardiente

La historia de Moisés y la zarza ardiente es mucho más que una simple historia para niños. En el contexto del antiguo Medio Oriente, el encuentro de Moisés con Yahvé tiene tantas facetas como el anillo de compromiso de mi esposa. Podríamos considerar lo que hubiera que aprender personalmente sobre Moisés y su disposición a jugar al pastor. O bien, podríamos considerar la teofanía, el fuego mismo, el juego de palabras en «zarza» (el cual presagia al Sinaí) y más.

Otra faceta, la que me gustaría discutir hoy, tiene que ver con entender que la zarza ardiente simboliza una ordalía.

La llama de fuego

Aunque los pirómanos son deslumbrados por la idea de toparse con algo en llamas, la maravilla que capturó la atención de Moisés fue el hecho de que la zarza no se consumía. Cuando la hierba seca o los arbustos aislados de pronto se encienden, el fuego los consume rápidamente; no obstante, esa cosa seguía ardiendo. Éxodo 3:2-3 dice:

Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema

Ahora, una ordalía habla de la experiencia de encontrarse con la muerte y ser divinamente librado. Fuego que no quema, leones que no desmiembran, aguas que no ahogan, etcétera.

La ordalía

En varios sistemas jurídicos paganos, una persona no era inocente hasta que se probara su culpabilidad, sino que era culpable hasta que se probara su inocencia. Pudiera ser que un vecino acusara a otro de estar haciendo brujería sin ninguna evidencia, y el otro tendría que enfrentar una ordalía. Tal vez sería atado y arrojado al río (ordalía por el río), y si se ahogaba... bueno, pues... eso lo demostraba. Entonces, al vecino se le entregaba todo el patrimonio del otro como compensación. Sin embargo, si el otro vivía, el vecino acusador era ejecutado por hacer una acusación falsa contra el otro, y el otro obtenía el patrimonio del vecino.

Cuando Daniel escapó del foso de los leones, sus acusadores fueron devorados por los mismos leones. Cuando los amigos de Daniel fueron arrojados al horno, solo sus cuerdas se quemaron... oh, además de los hombres que los arrojaron al fuego. Israel pasó por en medio del mar Rojo, y, de nuevo, más tarde, a través del Jordán en tiempo de desbordamiento. Cuando el ejército egipcio siguió a Israel por en medio del mar Rojo, Yahvé los ahogó. Jonás también fue arrojado al abismo, y describió su inevitable muerte acercándose a él, cuando de repente Yahvé envió el gran pez y lo salvó.

Incluso hay personas que realmente murieron y fueron traídas de vuelta. Elías levantó al hijo de la viuda; Eliseo, a dos personas; y Jesús, a la niña de doce años, a Lázaro y al hijo de la viuda de Naín. También se resucitó a Sí mismo. Pedro levantó a Tabita; Pablo, al hombre que se cayó de la ventana; y, posiblemente, él mismo fue resucitado después de ser apedreado. Dios ha hablado. Dios ha liberado.

Podríamos echar nuestras redes más ampliamente y considerar escenas de guerra, donde cada guerrero se arroja a las fauces de la muerte buscando la salvación divina en el combate. Estas se llamaban ordalías por contienda en las que los dioses elegían a uno sobre el otro. En David contra Goliat, Yahvé eligió a David como su paladín para el pueblo. La rebelión de Coré termina cuando Moisés y el séquito de Coré entran en la presencia del Señor. Moisés vive, pero los hijos de Coré perecen en el fuego cuando la tierra se los traga. Vemos algo similar cuando la muerte no está directamente en juego. Los que desafiaron el sacerdocio de Aarón pusieron sus varas en la presencia del Señor, y Yahvé dio vida a la vara de Su escogido.

Sobrevivir a una ordalía es una señal de inocencia, de ser aceptados por Dios y de ser elegidos por Él.

Por supuesto, la rebelión de Coré y la vara de Aarón introducen otra forma común, pero a menudo no reconocida, de ordalía… entrar en la presencia del Creador santo.

Un fuego consumidor

Es una noción común, declarada abiertamente en Éxodo 33:20, que la presencia manifiesta de Dios es letal para los humanos. Incluso un vistazo al rastro dejado por la manifestación de Dios dejó a Moisés tan alterado que tuvo que cubrir su rostro para evitar aterrorizar a la gente. El Salmo 97, el cual pinta una imagen impresionante de Dios manifiesto, dice en el versículo 3:

Fuego irá delante de él, / Y abrasará a sus enemigos alrededor

Y en el versículo 5:

Los montes se derritieron como cera delante de Jehová...

Hebreos 12:28-29 declara:

... sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.

Entrar en la presencia de lo sagrado es una ordalía, porque la muerte está en juego. No es distinto al incidente en Ester. Cualquiera que entrara en la presencia del rey persa sin ser invitado era ejecutado en el acto a menos que el rey extendiera su cetro. Aun así, Ester arriesga todo para hacer una súplica por su pueblo condenado a la destrucción. Sin embargo, su favor es hacia ella. Extiende su cetro. Los verdugos se relajan.

Dios en gloria

Esta es una imagen ritual recurrente en los santuarios de Israel. Dios le muestra a Israel cómo los hombres pecadores pueden morar en Su santa y consumidora presencia. Por ejemplo, Dios se manifiesta en la gloria de Su Santidad en el Lugar Santísimo donde solo el sumo sacerdote puede entrar una vez al año para ofrecer sacrificios expiatorios por los pecados del pueblo. Su vida preservada es señal de que Israel ha sido perdonado, aceptado y elegido.

De todos los lugares que simbolizan este perdón, aceptación y elección, uno de los más poderosos se encuentra en la zarza ardiente que no se consume. Predica tantas cosas. Es posible por la gracia de Dios morar en la presencia de un fuego santo consumidor y no ser quemado. El hombre pecador puede encontrar perdón y aceptación ante el Santo. Dios le mostrará a Israel el camino, pero en ese momento, en la zarza ardiente que no consume, le revela el potencial a Moisés. En el santuario de Israel habrá otro árbol ardiente que no se consumirá… un símbolo de Israel, un olivo siempre encendido que iluminará el lugar santo, alimentado por el fuego de Dios y el aceite sagrado: el candelabro.

Y ¿cómo debemos responder al estar con Moisés y el Sacerdote ante el árbol ardiente que no se consume? Hebreos 12:28-29 lo dice bien:

«... sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor

». Que nuestro encuentro con Dios en Cristo esté igualmente teñido de asombro, temor y abrumadora gratitud por la gracia y la misericordia de Dios mostradas al primero de los pecadores, el cual se atreve a presentarse ante Él en busca de perdón, aceptación y elección.


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Michelle Cruz