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LA GRACIA DE DAR

Por Rachel Kidd

La enseñanza de Pablo sobre la mayordomía cristiana

El dinero es un tema tenso, algo que causa discusiones y peleas en casi todas las relaciones. Tener demasiado o muy poco puede poner tensión incluso en el matrimonio más saludable, y una mala administración del dinero puede llevar a un estrés inmenso.

Algunos pastores incluso evitan el tema del dinero por completo con la esperanza de evitar esta tensión. Pero una buena mayordomía y comprensión del dinero es un factor importante en el bienestar espiritual. Pablo y su ministerio nos proporcionan una imagen clara de cómo enseñar sobre el dinero y qué es la buena mayordomía en un contexto cristiano.

Mayordomía fiel

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
— 2 Corintios 9:6-8

En 2 Corintios, Pablo nos proporciona dos de los capítulos más importantes de la Biblia sobre el tema de la mayordomía. Pablo, un vendedor experto con agudas habilidades diplomáticas, persuade a los gentiles a que contribuyan para una colecta con el fin de beneficiar a los judíos perseguidos en Jerusalén y Judea. Pablo tenía una empatía increíble por estos cristianos perseguidos en particular, ya que habían sido los principales objetivos de su propia cruzada contra la iglesia antes de su conversión. Si bien el ministerio de Pablo se centró principalmente en los gentiles, como los de la iglesia de Corinto, Éfeso y Colosas, pudo levantar una colecta impresionante para la comunidad cristiana judía perseguida.

Pablo les presenta a los filipenses los patrones de donación de los corintios, o de los macedonios, como un ejemplo de mayordomía fiel. Nos habla de los principios que deben estar involucrados en nuestra mayordomía.

Principalmente, dice que debemos darnos a Dios. Pablo no aceptaba regalos monetarios de los no creyentes por principio, solo aceptaba regalos de los que eran fieles. Afirma que debemos mantenernos en la voluntad de Dios para extender la voluntad de Dios.

El dador alegre

Como está escrito: / Repartió, dio a los pobres; / Su justicia permanece para siempre. / Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios.
— 2 Corintios 9:9-12

Pablo también dice que dar debe ser por nuestra propia voluntad. Enfatizó la importancia de dar solo cuando el Señor nos guía, en lugar de por la coerción de un pastor o líder espiritual. Damos porque lo amamos, porque estamos agradecidos por lo que Él ha hecho por nosotros, y porque estamos llenos de alegría y queremos retribuirle. Nuestras motivaciones deben ser el amor y la gratitud, devolviendo con alegría a Dios una parte de lo que Él nos ha dado.

Puede parecer difícil imaginar dar con alegría cuando no hemos sido bendecidos financieramente. Tal vez estamos teniendo dificultades, al igual que los filipenses, con la pobreza. Ellos dieron a pesar de su profunda pobreza en un momento de tribulación. Pablo dice que su ofrenda estuvo basada en lo que tenían, no en lo que no tenían. Dios nos bendice con dinero como mejor le parece y con quien nos puede confiar. Si tenemos poco ahora y no diezmamos el 10% como está ordenado, entonces no daríamos más si tuviéramos más.

Pablo explica que nuestro dar no se mide por su tamaño o valor, sino por la actitud con la que damos. Pablo llamó una «gracia» al acto de dar porque somos habilitados para dar por Su poder y bendiciones en nuestra vida. Es proporcional a lo que tenemos, no a lo que podríamos tener. Todo lo que tenemos es de Dios, simplemente somos administradores de eso, llamados a extender el Reino de Dios con nuestras riquezas. Cuando le damos con generosidad a Dios de lo que Él nos ha dado, Dios responde a nuestra buena mayordomía. Dios nos provee y se asegura de que tengamos todo lo que necesitamos. Cuando damos por nuestra propia voluntad con gozo, Dios lo ve y nos bendice a cambio.


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Michelle Cruz