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¿QUÉ HARÍA JESÚS?

Por Rachel Kidd

Yo crecí en el renacimiento del evangelicalismo de la cultural occidental, y recuerdo que casi todas las personas que conocía tenían toda la parafernalia de la cultura Jesus-freak [fanáticos de Jesús]. Llevábamos con orgullo nuestras pulseras de WWJD [¿Qué haría Jesús?, por sus siglas en inglés], un recordatorio físico para nosotros mismos y para todos los demás de que éramos cristianos y de que estábamos orgullosos de serlo.

Pero, empecé a darme cuenta de que usar una pulsera no hace a nadie un buen cristiano. Llevar una pulsera de WWJD no me hace inherentemente buena ni cristiana. De hecho, la pulsera por sí sola ni siquiera me hace cristiana. Ni tampoco un pez con el nombre de Jesús en la parte trasera del automóvil ni una camiseta de una banda cristiana de rock alternativo ni un versículo de la Biblia en la bio de Instagram ni tampoco asistir con regularidad a la iglesia los domingos.

El cristianismo nació mucho antes que la cultura material estadounidense. Comenzó con el nacimiento de un bebé en un pesebre en el corazón de lo que hoy es la Ribera Occidental palestina: en Belén.

Jesús era un carpintero pobre, amigo de pescadores y prostitutas, defensor de los silenciados y sanador de los enfermos. Si Jesús hubiera nacido hoy, ¿viviría rodeado de lujos en los Estados Unidos? Yo argumentaría que no. De hecho, probablemente habría nacido en medio del conflicto de Medio Oriente; los disparos y las explosiones de bombas de la guerra moderna habrían marcado su llegada al mundo. Obligados a abandonar sus hogares, Jesús y sus padres podrían haber sido refugiados sin nación buscando seguridad en los países vecinos, así como huyeron a Egipto a raíz de la violenta ira de Herodes.

¿Qué significa ser cristiano?

La Biblia nos dice que Jesús es el modelo de una vida perfecta y piadosa. Estamos llamados a procurar una vida semejante a la de Cristo como Sus discípulos, una búsqueda de santidad de por vida que solo se puede encontrar a través de una relación con Jesús.

Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.
— 1 Pedro 2:21-23

Debido a que Jesús vivió una vida perfecta y se sacrificó en la cruz, para ser seguidores de Cristo se nos pide que sigamos Sus pisadas. Ser cristiano significa vivir como Jesús.

¿Qué significa vivir como Jesús?

En 1 Pedro, vemos que vivir como Jesús significa reprender el pecado y decir la verdad. Si bien es imposible vivir una vida perfecta y sin pecado, debemos esforzarnos por ese ideal. A medida que nos acercamos a Cristo a través de la lectura de las Escrituras, tener comunión con otros cristianos y la oración, encontramos que cada vez somos más semejantes a Él.

Jesús es el Verbo

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
— 2 Timoteo 3:16-17

Timoteo nos dice que las Escrituras son la clave para capacitarnos para ser buenos cristianos. «Toda la Escritura es inspirada por Dios», significa que proviene de la fuente de toda verdad. Es una herramienta para enseñarnos, guiarnos en el camino de la justicia y equiparnos para lo que Dios nos ha llamado.

Jesús es vida

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
— Hebreos 4:12

Para usar las Escrituras como Dios quiso, como una espada viviente diseñada para penetrar en nuestro corazón y juzgar nuestros pensamientos más oscuros, debemos ser buenos estudiantes de la Palabra, comprender las Escrituras y meditar en la Palabra de Dios.

Jesús dependía del Espíritu

Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
— Hechos 5:32

En Hechos, Pablo enfatiza la importancia del Espíritu Santo. Él dice que el poder del Espíritu Santo, el tercer miembro de la Trinidad, es dado a aquellos que obedecen a Dios. Cuando vivimos en obediencia a las Escrituras, somos santificados y llenos del don del Espíritu Santo.

En el Nuevo Testamento, vemos evidencia de este don en los primeros creyentes a través de su capacidad de hablar en lenguas. Hablar en lenguas es un don espiritual que le permite al creyente hablar en idiomas en los que antes no podía. Estos pueden ser idiomas terrenales o celestiales; una señal para todos a su alrededor de que la persona ha sido llena del Espíritu.

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
— Hechos 2:4
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
— 1 Corintios 13:1

Sin embargo, hablar en lenguas no es la única evidencia de estar lleno del Espíritu. Este versículo nos dice que esta habilidad no significa nada sin amor. Sin amor, este increíble don milagroso no vale más que solo ruido.

Jesús menguó para que el Padre pudiera crecer

Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
— Juan 3:30

Con el fin de crecer en nuestra fe y llegar a ser más como Jesús, Juan nos dice que debemos menguar para que Dios crezca en nosotros. Para ser más como Cristo somos llamados a ser menos pecaminosos, menos egoístas y orgullosos, y a ser más amorosos, amables y fieles.

Menguar no es ser menos de lo que somos, como nuestra personalidad o lo que nos apasiona, sino que significa trabajar activamente contra nuestra naturaleza pecaminosa y buscar la santidad. A medida que somos santificados o nos volvemos más como Jesús, le permitimos crecer en nuestra vida. Podemos ver y experimentar la bondad que Dios tiene para ofrecer a medida que nuestros pensamientos y deseos se alinean con los Suyos.

La santificación requiere fe y diligencia diaria, pasar tiempo en la Palabra y en la oración. Significa tener una comunidad de apoyo de otros creyentes (hierro con hierro se aguza), quienes nos pedirán cuentas por nuestra fe. Significa vivir en amor, perdonar a los que nos lastiman, dar liberalmente y buscar la paz.


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Michelle Cruz