NOTAS DE LA CLASE: VENGA TU REINO
Gran parte del Antiguo Testamento está dedicado a rastrear el cumplimiento de las advertencias de Samuel sobre el comportamiento de los reyes. Incluso los reyes justos, como David y Ezequías, no pudieron escapar por completo de los caminos corruptos del poder real.
Las expresiones "Reino de los Cielos" y "Reino de Dios" nos remontan al Antiguo Testamento, cuando Dios iba a funcionar como Rey sobre Israel. Una vez el pueblo de Israel acudió a Samuel, el profeta y líder de Israel en ese momento, y le exigió un rey. Samuel trató de disuadirlos describiendo los comportamientos de los reyes, pero en 1 Samuel 8:19 dijeron:
Dios no quería que fueran como todos los demás. Quería ser su rey y darles una tierra como Su reino para derramar Su bendición sobre ellos y atraer a las otras naciones hacia Él, a través de las bendiciones de Su reino.
Verás que uno de los principios de reino es la justicia. Jesús dice en el Sermón del Monte: “Si quieren ser parte de Mi solución para la humanidad caída, debes ser justo. De hecho, tu justicia debe ser mayor a la de los religiosos”. Otra cosa que aprendemos es que mientras a los discípulos se les garantizaba rechazo y persecución, ser miembro del Reino de los Cielos es la bendición misma; un Gozo verdadero. El rey recompensa a sus fieles seguidores.
Aprendemos que ser parte del Reino de los Cielos significa reconciliación con Dios, buscar la reconciliación con otros y llevar a otros a la reconciliación con Dios. Somos llamados a amar a quien y lo que Dios ama.
Cuando consideras quién es el Rey, y lo que tiene que decir, te darás cuenta que este Rey presenta valores dentro de su reino que son diferentes a los valores que tiene el corazón humano. Regularmente son contra culturales.
Por eso, el primer paso para el arrepentimiento es estar convencido de tus valores, que no están en sintonía con los valores de Cristo, es darse cuenta que no estás viviendo como un súbdito del Rey debería vivir, y debes hacer algo al respecto.
El siguiente paso después del arrepentimiento es convertirte a los valores del reino. Cuando entiendes a la iglesia en su esencia, te darás cuenta que ser parte de la Iglesia de Jesucristo, y no solamente ser un miembro de la congregación local, significa que eres parte del Reino de los Cielos, la expresión de la soberanía de Dios de manera visible en la tierra.
La tercera cosa que los ciudadanos del reino deben hacer es ponerse en marcha. La última cosa que el rey Jesús le dijo a sus discípulos antes de ascender al cielo fue: “Vayan a los confines dela tierra en mi nombre y hablen de mí.” Todos los cristianos tenemos el mandamiento de hacer discípulos.
Basado en las promesas del Antiguo Testamento, su rey debería de venir del linaje correcto y hacer las cosas correctas; y Jesús lo hace. Mateo, sin embargo, escribe mayormente a los judíos para establecer a Jesús como su rey prometido. Ese es un gran milagro, pero el mayor milagro del nacimiento de Jesús es el divino acto de la encarnación misma, Dios convertido en hombre.
Ahora, considerando el nacimiento de Jesús, terminemos nuestro estudio con una aplicación devocional. Hay tres tipos de personas descritas en el reporte de Mateo sobre el nacimiento de Jesús que son de particular interés.
Primero nos presenta a estos magos que vienen buscando a Jesús. Las huestes celestiales les habían dicho que el rey prometido.
El segundo tipo de persona que vemos en la historia es la persona religiosa. Cuando los Magos alertaron a Herodes que un rival había nacido en alguna de las provincias de Israel, él consultó a los judíos religiosos para ver qué podía aprender de los eruditos bíblicos.
El tercer tipo de persona es Herodes mismo, quien odia a Jesús e intenta matarlo. El reino prometido de Cristo, usurpará su reino terrenal.
Pregúntate hoy: ¿Cuál de todos soy ¿Amas a Jesús el Rey y te regocijas en ser parte de su reino? Esta es la pregunta delante de nosotros al considerar el tema del Reino de los Cielos en Mateo. Podemos reconocer a Jesús como rey y alegremente recibir nuestra misión de parte de Él, o podemos rechazarlo y ponernos en contra de Él. ¿Podrías doblar tu rodilla en sumisión al señorío de Jesús, aunque te cueste la vida?
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