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SÉ LIBRE DEL PODER DEL PECADO

Nosotros somos llamados a salir del pecado así como Dios llamó a los israelitas a salir de Egipto.

El libro de Éxodo trata sobre la historia de la "salida" de la esclavitud del pueblo de Israel. Para los israelitas esto significó la libertad de la esclavitud en Egipto, pero para nosotros significa la libertad de la esclavitud del pecado.

Este libro presenta a Moisés como el ejemplo del libertador que sirve a Dios en obediencia y humildad para liberar a su pueblo

El gran mensaje de Éxodo es la liberación o la salvación. En aquel tiempo, como en todos los casos posteriores, los israelitas experimentaron la salvación solo a través del poder de Dios.

La mano grande y poderosa de Dios descendió sobre Egipto y sobre el faraón con diez plagas que posteriormente hicieron que Egipto libere a Israel. Esto revela la declaración de 1 Juan 4:4:

Moisés representa la imagen de nuestro libertador, Jesucristo, y Faraón la imagen de Satanás, una personificación del mal. Mientras Moisés exigía la liberación del pueblo de Dios, Faraón se negaba a dejarlos ir.

Poco a poco, el Faraón comienza a ceder ante la llegada de las plagas. Entender un poco el poder, la tiranía y la esclavitud a través de Faraón, nos ayuda a entender las implicaciones de la esclavitud al pecado.

El primer principio de la salvación del pecado es: "No te dejes atrapar por el pecado". Pero si ya estás atrapado, como la mayoría de la gente, ¿cuál es la salida?.

Para salir de la esclavitud y la opresión del pecado, es necesario un milagro. Éxodo describe estos hermosos milagros de forma histórica.

Uno de los primeros milagros en Éxodo es en el Mar Rojo que representa la liberación final del pueblo de Israel. De igual forma, nosotros necesitamos un salvador y un milagro que venga de Dios para ser libres de la esclavitud del pecado.

Cuando Dios nos salva de nuestro Egipto, eso es solo el comienzo.

Dios salva a la gente con un propósito. Pablo nos dice en Efesios 2:10 que cuando somos salvos

Después de liberar a los israelitas, Dios cuidó de ellos en el desierto, los guardó del frio y del calor, los alimentó cada día haciendo llover alimento del cielo y cuidó que sus ropas no fuera desgastadas.

La fuente de liberación y sustento no se encuentra en otro lugar más que en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Solo hay un milagro que puede salvar.

Ese milagro está representado por la adoración judía en la Pascua y la adoración cristiana en la Mesa de la Comunión, un recuerdo del cuerpo de Jesús quebrantado y su sangre derramada como el perfecto Cordero de Dios.


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