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¿QUÉ ES LA BIBLIA?

Jon Slenker

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca!”
— Salmo 119:103

La comunicación es una manera que distingue a la humanidad de otras formas de vida. La Biblia es una de las principales maneras de Dios para comunicarse con la humanidad. La Biblia es una compilación de historias que cuentan una gran historia. Está dividida en dos grandes testamentos (Antiguo y Nuevo Testamento), también conocidos como pactos o promesas de Dios a su pueblo. Entonces, ¿qué es la Biblia y de qué trata la Biblia? De forma simplificada, la Biblia es la historia de Dios. Es la identidad, palabra, voluntad y caminos de Dios. Esto es para que podamos conocer a Dios, conocernos a nosotros mismos, conocer el mundo en el que existimos y en qué o quién encontramos nuestro significado.

La Biblia es una compilación de 66 libros o cartas que cuentan la historia, reinos, profecía y la relación de Dios con su creación. Fue escrita por 36 autores inspirados en tres diferentes idiomas, abarcando tres continentes y unos cuantos miles de años. Sin embargo, cuenta una gran historia con un hilo rojo. Aunque la Biblia responde muchas de las preguntas de la vida, no es solo una historia sobre nosotros como los personajes principales. Todo el Antiguo Testamento apunta a Cristo, mientras que todo el Nuevo Testamento presenta a Cristo. Es útil responder a la pregunta, “¿qué es la Biblia?” si entendemos la narrativa general de la Biblia observándola como un libro en cuatro partes: Creación, Caída, Rescate y Restauración.

Es dentro de las páginas de la Biblia que se nos presenta a Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, Ángeles, el maligno satanás, demonios y al hombre y cada criatura viva y cosa. Habla de las galaxias, aves del cielo, peces del mar, grandes bestias, pozas en el desierto, montañas y milagros. Como un Dios creador, él ha escrito para nosotros sobre ciencia, arte, relación, amor, identidad, significado y todo lo relacionado.

“Gusta y ve que el Señor es bueno; bendito el hombre que se refugia en él”
— Salmo 34:8
  1. Creación 

“En el principio Dios creó los cielos y la tierra”.
— Génesis 1:1

En Génesis, el primer libro de la Biblia, comienza la historia de la creación con “En el principio creó Dios...” (Génesis 1:1). Dios fue y es, ha sido siempre y siempre será. Él es el Alfa y el Omega (Apoc. 1:8). “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. (Gén. 1:1) Él es un Dios creador que llamó a todo, incluido el hombre, a la existencia. Lo hizo a su imagen y semejanza (Gén. 1:27), sopla vida en su creación (Gén. 2:7-8) y da a Adán y Eva su primer mandato conocido como el “mandato de la creación”. Les dice que sean fructíferos, que se multipliquen, que llenen la tierra y la sometan (Gén. 1:28). Esto no significa que Dios simplemente hizo cuerpos humanos, sino los hizo adoradores como sus “vice-regentes” gobernando la tierra. Dios confió su creación a nosotros para cuidarla y gestionarla.

“Por la fe comprendemos que el universo fue constituido por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”
— Hebreos 11:3

2. Caída 

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y su descendencia; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón”.
— Génesis 3:15

La Caída del hombre se registra en Génesis 3 cuando Adán se mantuvo pasivo y Eva conversaba con la serpiente cuestionando la palabra de Dios, “¿De veras Dios les ha dicho…” (Gén. 3:1). La maldición del pecado se pasa a través del hombre. El pecado distorcionó el mandato de creación y en lugar de adorar a Dios, el hombre ahora adoraba al yo y multiplicaba adoradores distorcionados (Rom 5:12). Eventualmente, el hombre solo hacía el mal a los ojos del Señor (Gén. 6:5-22). La consecuencia de la desobediencia y el pecado es una relación rota con Dios, decadencia y muerte física y espiritual. Tenemos una gran necesidad de un salvador para restaurarnos a la relación correcta con Dios y otorgarnos nueva vida.

Poco después de que el pecado infectara al hombre, Dios prometió enviar un salvador (Gén. 3:15). Llamó a este salvador el “Mesías” en hebreo, traducido al griego como “Cristo”, que significa “ungido”. Este ungido sería Dios encarnado, su propio Hijo, un profeta que vendría y ofrecería una expiación perfecta como sacrificio sin pecado. Él era sin pecado porque nació del Espíritu Santo, no de un hombre corrompido por el pecado.

Desde Génesis 3 hasta Malaquías, tenemos un asiento en primera fila sobre cómo Dios interactúa, se relaciona y gobierna sobre su creación; profetizando más de 300 veces que el Cristo vendrá y rescatará al pueblo del Señor del pecado y la muerte.

“Por su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y cargará con los pecados de ellos”
— Isaías 53:11

3. Rescate

“En el principio era la Palabra[a], y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios…”
— Juan 1:1-4

Jesús el Cristo haría más que ser un sacrificio; sería el ejemplo supremo para la vida y la santidad como adorador, miembro de familia y amigo. Todavía vivimos bajo la maldición y consecuencia de la caída, pero Dios envió al salvador prometido, quien reflejó a Dios y cómo uno debería vivir. Él encarnó todo el carácter, química, credibilidad y competencia de Dios.

Los Evangelios, los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento, así como las cartas, son relatos de la vida, enseñanzas, tendencias y relaciones de Jesús. Es fascinante que tengamos la oportunidad de leer relatos de testigos oculares sobre cómo nutrió, desafió, lidió con conflictos y defendió a los oprimidos. Estos escritos también detallan las veces que habló y las veces que permaneció en silencio o habló en parábolas.

“Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad”.
— Juan 1:14
“Pero ¡bienaventurados sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen! Porque de cierto les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.
— Mateo 13:16-17

4. Restauración

“Vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llama FIEL Y VERDADERO. Y con justicia él juzga y hace guerra. Sus ojos son como llama de fuego. En su cabeza tiene muchas diademas, y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino él mismo. Está vestido de una vestidura teñida en sangre, y su nombre es llamado LA PALABRA[a] DE DIOS. Los ejércitos en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las naciones, y él las guiará con cetro de hierro. Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y sobre su muslo tiene escrito el nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”.
— Apocalipsis 19:11-16

Cristo ha venido, ¡y vendrá de nuevo! Esta vez, para atar a satanás y restaurar a su pueblo y creación de una vez por todas. Habrá paz eterna, alegría, comunidad con Dios; los ángeles, personas de toda tribu, lengua y nación adorando a Dios, y disfrutándolo para siempre.

Conclusión

La palabra de Dios llamó la creación a la existencia. Cuestionando su palabra, los corazones y ojos de la humanidad se abrieron al bien y al mal y rompieron la relación correcta con Dios. Por la palabra de Dios prometió un salvador y el Verbo se hizo carne y habitó entre los hombres (Juan 1:14). Por la palabra de Dios se difundió la buena nueva, el evangelio, y por el relato de ella muchos han sido y siguen siendo salvados por la fe. La palabra de Dios promete venir de nuevo y restaurar todo lo que fue roto y marcado por el mal, pecado y muerte. La palabra de Dios promete atar a satanás y redimir lo que se perdió. La palabra de Dios es santa, digna de confianza, autoritaria, inspirada, poderosa, relevante, inmutable y mucho más. Prueben y vean que el SEÑOR es bueno.

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que la miel en mi boca!”
— Salmos 119:103

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Michelle Cruz