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¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE LOS DEMONIOS?

Autor: Patrick Krentz, Director Editorial de Foundations por ICM

Pequeñas criaturas rojas con cuernos y tridentes; criaturas enormes, oscuras y aterradoras con garras y dientes afilados; criaturas sombrías, acechantes y espeluznantes que hablan en susurros profundos... esto es en lo que la mayoría de la gente piensa cuando decimos la palabra «demonio». Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de ellos? ¿Estas representaciones están basadas en la realidad, o son simplemente productos de la imaginación de algún autor o cineasta? Invirtamos un poco de tiempo para considerar lo que dicen las Escrituras acerca de los demonios, y lo que los maestros de la Biblia han llegado a entender acerca de este tema confuso e interesante.

Aquí hay algunas preguntas que queremos responder:

1.  ¿Son los demonios reales?

2.  ¿Qué son los demonios?

3.  ¿Y Satanás?

¿Son los demonios reales?

La mayoría de la gente pone a los demonios en la misma categoría que los fantasmas, los duendes, los zombis, etc., y por lo tanto los relegan al reino de la fantasía. Pero si usted cree que la Biblia habla en serio, entonces usted también tiene que tomar a los demonios así. Esto es especialmente cierto porque Jesucristo pasó mucho tiempo tratando con ellos y hablando de ellos. La vida y el ministerio de Jesús es en realidad el centro de la fe cristiana, así que no podemos simplemente tratar de adjudicarles causas distintas a estos encuentros.

Marcos 5, por ejemplo, relata la ocasión cuando Jesús se encontró con un hombre que estaba poseído por un demonio. Jesús le habla, y el demonio le responde. Incluso dice su nombre. Este tipo de encuentro no es raro en los Evangelios cuando leemos acerca de todo lo que hizo Jesús.

Entonces, la respuesta más sencilla a la pregunta «¿son los demonios reales?» es sí, las Escrituras indican con claridad que en verdad existen. Lo más significativo, entonces, será que veamos lo que dice la Biblia acerca de la naturaleza y las acciones de estas criaturas.

¿Qué son los demonios?

Parte de la confusión que tenemos acerca de los demonios es la palabra misma. Con mucha frecuencia, leemos en el Nuevo Testamento «espíritu inmundo». Pensar en ellos en estos términos es mucho más útil. Si regresamos y leemos Marcos 5, aprenderemos algunos detalles importantes sobre los demonios.

Primero, los demonios son seres espirituales. En la mayoría de los casos en las Escrituras, los demonios no son visibles y no tienen forma física. En segundo lugar, son seres personales. No son una fuerza impersonal malvada, sino criaturas individuales. Esto lleva al tercer punto: son seres pensantes. Jesús razona con el demonio cuando habla con él. El demonio en Marcos 5 incluso tiene una petición, y Jesucristo se la concede. Entonces, en cuarto lugar, los demonios, como criaturas personales, individuales y pensantes, tienen su propia voluntad. Esto significa que no todos son parte de la misma mente colectiva, y no están controlados directamente por Satanás.

Si comparamos estas características con otros seres espirituales bien conocidos en la Biblia, podremos darnos cuenta de algo sorprendente. Los ángeles son igualmente seres invisibles, personales, pensantes y espirituales, y cada uno tiene su propia voluntad. Si bien esto puede ser impactante, la razón es simple: en realidad son el mismo tipo de criatura.

Así es, «demonio» y «ángel» son solo dos clasificaciones para la misma cosa. La palabra demonio simplemente significa ‘ser sobrenatural’ y es un término genérico, mientras que la palabra ángel es en realidad la descripción de su función y significa ‘mensajero’. En el Antiguo Testamento, usted notará que los demonios apenas y hacen una aparición. En cambio, se usa otro término, elohim, que también significa de modo genérico ‘ser sobrenatural’.1 La principal distinción entre un demonio y un ángel es su relación con Dios. En el Nuevo Testamento en particular esto se vuelve más claro ya que los ángeles son siervos de Dios mientras que los demonios son Sus enemigos.

Ahora bien, el término ‘espíritu inmundo’ nos dice que hay otra distinción que debemos tomar en cuenta. Cada vez que vemos a un espíritu inmundo, está poseyendo y atormentando a alguna persona desafortunada. Piense en lo que significan los términos limpio e inmundo en el sistema ritual del Antiguo Testamento. Algo se vuelve inmundo cuando se mezcla con algo que no debería. Una persona se volvería inmunda al tocar un cuerpo muerto porque el Dios Santo es el Dios de los vivos. Algo que está vivo, al mezclarse con algo muerto, se vuelve inmundo. De la misma manera, un ser espiritual al mezclarse con un cuerpo de carne (o poseerlo) se vuelve inmundo.

También es cierto que estos espíritus inmundos son espíritus malignos, pero eso es evidente ya que el acto mismo de poseer a una persona y subvertir su voluntad es un acto intensamente maligno.

Pero ¿de dónde vinieron los demonios? Sabemos que Dios creó a los ángeles santos antes de crear a los seres humanos, pero ¿cuándo creó a los espíritus malignos? Para responder esto hablemos de Satanás.

¿Y Satanás?

Es asombroso darse cuenta de que Satanás no siempre fue malo. Dios creó a Satanás, y todo lo que Dios creó era bueno y perfecto. Ezequiel 28 describe cómo era Satanás al principio. Es llamado el «sello de la perfección», y era increíblemente bello. Pero tan grande y poderoso como era, se ensoberbeció. Lo que es realmente significativo en toda esta discusión es que Satanás era simplemente uno entre muchos elohim; tal vez el más grande de todos ellos, pero aún así, era solo un ser creado.

Judas 6 nos dice que los demonios son, como Satanás, espíritus «que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada…». También, Apocalipsis 12 dice que Satanás guio a un tercio de los ángeles en una rebelión contra Dios. Estos rebeldes constituyen los elohim malvados, algunos de los cuales se convierten en los espíritus inmundos que vemos en el Nuevo Testamento.

Aunque el mismo Satanás no controla a estos demonios, él es el más prominente entre ellos. En varios pasajes del Nuevo Testamento, Satanás es mencionado como el príncipe de los demonios, lo cual indica una posición de liderazgo entre ellos.

Sabemos que el objetivo de Satanás es oponerse a Dios y a Sus planes en todo momento. También odia apasionadamente a la humanidad. Por eso vemos que Satanás y los otros demonios atacan a las personas, pero de manera más importante, al Hijo de Dios.

Lo significativo es que Satanás y estos ángeles fueron derrotados inicialmente por la muerte y resurrección de Jesús, y serán derrotados de manera definitiva cuando Él regrese. En ese momento, según Apocalipsis 20, Satanás será arrojado al lago de fuego. Por lo tanto, contrario a la visión popular de Satanás como gobernante del infierno, él mismo será arrojado al infierno donde experimentará tormento eterno. Los demonios no quieren ir allí, ni disfrutarán de su existencia allí, y ciertamente no serán los que atormenten a la gente por la eternidad.

Entonces, conforme vamos entendiendo lo que la Biblia dice acerca de los demonios, debemos reconocer que son muy reales y poderosos. Debemos tomarlos en serio, pero [también] sabemos que Dios aún está en control. Todavía deben responder ante Dios, y Él los juzgará. Satanás es nuestro gran enemigo, pero es meramente una criatura, y ya ha sido derrotado. Mientras Satanás y sus demonios luchan con todo lo que tienen en este momento, cerraremos esta discusión con la esperanza bíblica de su derrota, la cual está bellamente representada en el himno «Castillo fuerte es nuestro Dios»:

¡Que muestre su vigor
Satán, y su furor!
Dañarnos no podrá,
Pues condenado es ya
Por la Palabra Santa

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