¿CÓMO MOSTRAR EN MI VIDA EL FRUTO DEL ESPÍRITU?
Por Rachel Kidd
¿Cuál es el fruto del Espíritu?
Cuando éramos chicos, mi mamá a menudo nos citaba Gálatas 5 a mí y a mis hermanos, casi siempre cuando nos quejábamos o peleábamos entre nosotros por el control remoto. Básicamente, cada vez que demostrábamos lo contrario al fruto del Espíritu, ella nos recordaba su virtud.
Y tenía razón, por supuesto, como siempre. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe (fidelidad), mansedumbre y dominio propio. Los memoricé de niña, y todavía podría recitar la canción hoy. Todas son virtudes maravillosas y tendríamos muchas dificultades para encontrar a alguien que discutiera en contra de eso. Todos quieren que sus hijos sean ejemplo de estos rasgos, pero el proceso de fomentarlos es un desafío mucho mayor.
Inculcar el fruto del Espíritu en tus hijos, o en ti mismo como adulto, es ciertamente más complicado que cantar una canción. Requiere consistencia, gran amor y, lo más importante, una relación con Dios. Ser humano es haber sido destituido de la gloria de Dios y del fruto de su Espíritu, pero su Hijo nos permite tener comunión con los santos. En otras palabras, el fruto del Espíritu es la cosecha de una relación profunda con el Espíritu Santo.
¿Cómo te puedes volver más amoroso?
Jesús nos ordena amarnos unos a otros desinteresadamente, como Él nos amó primero. Jesús es el modelo perfecto de amor; amor profundo, abundante y lleno de gracia que tan desesperadamente necesitamos.
¿Cómo te puedes volver más gozoso?
Este versículo nos dice que Dios es la fuente de toda esperanza, paz y gozo que solo se pueden encontrar por medio de creer en Él. El Espíritu Santo es una especie de conductor; el poder para imbuirnos de gozo desbordante.
¿Cómo te vuelves más apacible?
Muy semejante a como Romanos nos dice que Dios es la fuente de la paz, este versículo nos dice que Dios puede remover la carga de nuestras ansiedades. Él tiene el poder de quitarnos esos miedos paralizantes, dudas y preocupaciones de nuestros hombros porque tiene cuidado de nosotros. Libres de ansiedad, podemos descansar en paz sabiendo que nuestro Dios nos respalda.
¿Cómo te puedes volver más paciente?
Este Proverbio nos recuerda la virtud de la paciencia, llamándonos a ser lentos para enojarnos. Por supuesto, es fácil atacar cuando estamos molestos, herir a otros cuando nos sentimos heridos. A menudo he dicho cosas por enojo a las personas que amo de las que me he arrepentido de inmediato. Este versículo me advierte de este hábito y me recuerda lo tonta que me siento después de una discusión tensa.
¿Cómo te puedes volver más benigno?
Ser benigno no es ser solo amable. Es más profundo y genuino que las cortesías superficiales. Este versículo nos recuerda el poder de las palabras benignas y alentadoras de nuestros amigos. Las palabras tienen el poder de derribar y destruir, pero también la capacidad de reforzar la confianza y hacerte sentir invencible. Usemos nuestras palabras con prudencia y cuidado; seamos benignos.
¿Cómo te puedes volver más bondadoso?
La bondad proviene de Dios, y ¿cómo llegamos a ser más como Él? Así como nuestro Salvador perdona nuestros pecados y desea una relación con nosotros, nosotros también podemos perdonar a las personas en nuestra vida. Por difícil que parezca perdonar a las personas que pueden habernos herido profundamente, puede aligerar nuestras propias cargas emocionales y mejorar nuestras relaciones.
¿Cómo te puedes volver más fiel?
La santificación, o el proceso a través del cual una relación con Dios nos cambia, implica confesar nuestros pecados y pedir perdón. Solo Dios puede perdonar pecados y solo Él puede restaurarnos.
¿Cómo te puedes volver más manso?
Al igual que atrapar moscas con miel, responder al mundo con gentileza suele ser lo más efectivo. No solo eso, sino que también proviene de Dios. Enfrentar la crueldad de la vida con dulce suavidad es una forma radical de mostrar el amor de Dios.
¿Cómo puedes tener más dominio propio?
No quiere decir que ser cristiano sea sinónimo de timidez, este versículo nos recuerda el poder de Cristo. Él nos infunde valentía como su Iglesia con poder, no necesariamente poder físico, sino interno. A Su Espíritu lo caracteriza un cuidadoso dominio propio y amor abrumador y, a medida que crecemos en nuestra fe, activamos y utilizamos nuestros músculos espirituales.
El fruto del Espíritu no crece espontáneamente. Más bien, es producido a partir de un cultivo cuidadoso a través de una relación profunda con Dios. No podemos esperar una cosecha completa de fruto sin trabajar la tierra. Cultivar nuestra fe y el fruto del Espíritu requiere del estudio de la Biblia, del compañerismo y la adoración comunitaria con otros creyentes y de la oración. Estas son las herramientas de los agricultores.
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