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¡FELIZ NUEVA CREACIÓN!

Por Andrew Sargent, Ph. D.,colaborador de Fundamentos de ICM

Qué bien. Hurra. El calendario ha regresado al 1 de enero. Alerten a los medios. Saquen los fuegos artificiales. Bailen en las calles. Traigan abrigos y manoplas porque hace frío afuera.

¿Por qué hacemos tanto escándalo por el día de Año Nuevo? ¿Que no es una fecha aleatoria que marca una vuelta más alrededor del sol en una mota cósmica sin otro propósito innato que romper con la monotonía de nuestros días

Respuesta rápida: No. El Año Nuevo es mucho más que eso y siempre lo ha sido.

Veamos hoy una de varias cosas importantes que la idea del Día de Año Nuevo a proporcionado a lo largo de las épocas: un punto de evaluación, arrepentimiento y renovación... lo que muchos antiguos llamaban una nueva creación.

El botón cósmico de reinicio

Los pueblos antiguos del mundo bíblico veían el Día de Año Nuevo como un botón cósmico de reinicio de la creación y la vida. Sin embargo, cada ciclo de estaciones, definido de un lugar a otro, es un ciclo de vida, y hay sabiduría no solo en la esperanza de la renovación de ese ciclo, sino también para la autoevaluación del lugar de uno en el patrón.

Para mí, nacido y criado en Nueva Inglaterra, la escuela comenzaba con la «muerte» del otoño, era emocionante hasta las fiestas navideñas, incluido el Día de Año Nuevo, y luego continuaba con monotonía a lo largo del «languideciente» invierno. En marzo, el mundo hacía brotar esperanza con la «novedad» de la primavera, y junio nos entregaba a la libertad de la «abundancia» del verano, hasta que nos saciábamos de ella, y esperábamos con ansias una vez más a los amigos de la escuela y, de nuevo, el cambio en la «muerte» del otoño.

Nuestra relación con el mundo, al igual que muchos de nuestros valores culturales fueron moldeados por este ciclo tal como se vivía en esa región. El Día de Año Nuevo, para nosotros, se estableció al principio de un mes fresco después del solsticio de invierno; el cambio de los días de la creciente oscuridad a la creciente luz. Llegaba durante el silencio entre la cosecha y la siembra cuando nuestras mentes estaban libres para considerar nuestros caminos desde el último ciclo y planificar nuestros procesos para el siguiente. Es un tiempo de evaluación de nosotros mismos, para preguntar honestamente en la melancolía del invierno: «¿Cómo voy?», y: «¿Qué necesito cambiar sobre mí y mi vida?».

Creación y nueva creación

Lejos de ser historias sobre de dónde vinieron todas las cosas, las historias antiguas de la Creación fueron diseñadas, de una manera u otra, para educar a la comunidad sobre el QUIÉN (a quién adorar), el QUÉ (el patrón correcto) y el POR QUÉ (la razón de ser) de la vida en el orden existente creado. La idea es clara, si sabes cómo funcionan las cosas y te disciplinas para mantener los principios fundamentales de la vida, mejorarás radicalmente tus posibilidades de sobrevivir y prosperar.

Por lo tanto, la gente antigua buscaba entender el camino de las cosas, la forma en que Dios (o los dioses) hacían que el mundo funcionara para que ellos pudieran funcionar bien dentro de él. Trataban de discernir y reproducir los patrones de sustento de la vida en la sociedad para que pudieran sobrevivir y prosperar a perpetuidad. Buscaban patrones que hicieran saludable a la sociedad y que permitieran que su gente siguiera viviendo y reproduciéndose generación tras generación.

De modo que las historias de la Creación eran una especie de literatura de sabiduría, y el Día de Año Nuevo era un día de recreación, cuando el patrón sagrado de la Creación se repetía, cuando los pecados del pasado eran reconocidos y limpiados, y cuando los patrones de la Creación sustentadora de la vida eran ritualmente energizados un año más.

La respuesta cristiana a la nueva creación

Los antiguos entendían algo sobre el ciclo de la vida que a menudo se pierde en la gente moderna. Es algo que es importante que recuperemos, y a lo cual aferrarnos, de manera intencional a través de la rememoración de las fiestas: la idea misma de la recreación, de superar los pecados del pasado, de limpiar la pizarra y comenzar de nuevo para hacer que nosotros y nuestro mundo se conformen a las mejores intenciones de Dios para nosotros.

Para el pagano, por desgracia, «pecado» y «limpieza» tenían poco que ver con la moral y la ética. Estaban más obsesionados con explotar las reglas del ritual para manipular el poder de los dioses con el fin de cumplir sus propios propósitos humanos. Y adoraban a dioses que no son dioses.

En la Escritura, encontramos procesos similares de Creación y recreación y Año Nuevo, con patrones más exitosos, que demandaban algo profundamente personal del adorador. Este es el resultado natural del hecho de que la Creación bíblica y las imágenes de recreación se basan en las revelaciones proféticas inspiradas de aquellos que estuvieron bajo la autoridad del Único Creador Verdadero de todos y no en la arrogancia autoengrandecedora de los líderes humanos y sus imaginaciones perversas sobre la Creación.

Para el adorador bíblico, el tiempo no se trataba meramente de mantener el ciclo de la vida humana en marcha. El Único Creador Verdadero de todos tenía un plan para Su creación y había revelado el lugar del hombre en este plan en Su Palabra inspirada. Hizo al hombre a Su imagen, para ser Sus representantes en el mundo. Les dio la Torá para enseñarles qué tipo de personas necesitaban ser con el fin de hacer la obra que Él los llamó a realizar. Cada persona está llamada a despertar a Él y a ser transformada a Su semejanza a medida que camina por la vida con Él en una relación personal de fe y confianza.

Por tanto, hay sabiduría en establecer un ciclo de vida litúrgico que incluya tiempo para la reflexión de Año Nuevo: «Este es el camino de la vida revelado por Dios en su Palabra. Así es como Dios hizo que las cosas funcionaran. Este es el propósito de Dios para mí en Su Mundo. ¿Cómo voy con Dios? ¿Cómo me va con los demás? ¿Soy la persona que Él me ha llamado que sea? ¿Estoy haciendo lo que Dios me ha llamado a hacer?».

La pausa y la reflexión son componentes vitales de una vida saludable, en especial de una vida espiritual saludable. En lugar de continuar incesantemente en una vida impulsiva de acción y reacción, toma un descanso de la vida y evalúa. Determina que esta vez las cosas serán mejores. Que esta vez serás mejor.

¡Feliz nueva creación!


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