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¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE EL MATRIMONIO?

Por Patrick Krentz, Th. M., Director Editorial de Fundamentos de ICM

La conversación sobre el tema del matrimonio llegó a la vanguardia de la conciencia social hace unos años. Estos debates generalmente se centran en los límites del matrimonio, ya sea que esté diseñado solo para un hombre y una mujer o si está abierto a cualquier relación amorosa. La mayoría de los argumentos bíblicos para la visión tradicional se centran en dos aspectos: la procreación y el diseño de Dios para los hombres y las mujeres. Sin embargo, estos argumentos a menudo no hablan de lo que es el matrimonio, solo de lo que hace o por qué existe. Así que hoy vamos a hacer la pregunta más importante: ¿qué es el matrimonio bíblico?

Para decirlo lo más sucintamente posible: el matrimonio bíblico es la unión de dos personas, un hombre y una mujer. Esta unión involucra una serie de aspectos diferentes, como el amor, el compromiso, etc., y produce ciertos resultados, como la relación y la descendencia. Pero en esencia, el matrimonio es una unión. Si bien la Biblia tiene mucho que decir acerca de la procreación y los roles de los hombres y las mujeres, tomémonos un tiempo para ver lo que dice acerca de este concepto de unión.

Hay tres aspectos significativos de esta unión que encontramos en las Escrituras:

1.     La unión matrimonial es física.

2.    La unión matrimonial es personal.

3.    La unión matrimonial es relacional.

La unión matrimonial es física

Después de que Dios creó al primer hombre, dijo algo que nunca había dicho; dijo: «No es bueno...». Todo lo que Dios había hecho antes lo había declarado «bueno». Entonces, ¿qué no era bueno? Dios continuó diciendo: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él» (Génesis 2:18). Lo que sucede a continuación es informativo: Dios le muestra al hombre cada criatura que había hecho, pero ninguna era adecuada para él. Todas eran buenas, pero venían de fuera del hombre, aparte de él, y no habían sido hechas como él. Por lo tanto, Dios creó a la mujer de la carne del hombre. Fueron originados de la misma sustancia, y ella fue hecha específicamente para ajustarse a él. Así, como declara la Escritura, el hombre y la mujer «serán una sola carne» (Génesis 2:24). Para decirlo claramente está hablando de sexo, y ese sexo en sí es el medio para la unificación física.

Este aspecto físico de la unión es esencial para el matrimonio. Como piezas de rompecabezas que encajan entre sí, el hombre y la mujer se unifican físicamente. Son de una misma sustancia, al igual que un solo objeto dividido en dos que vuelve a estar completo cuando es unido de nuevo, ninguna otra pieza completará el rompecabezas.

Esta es una distinción importante: quién es adecuado para esta unión es de la misma sustancia y, complementario para el otro. Dos cosas de diferente naturaleza no se unificarán, y dos que no sean complementarias no encajarán.

La unión matrimonial es personal

Ahora, si la unidad corporal fuera el aspecto más significativo del matrimonio, entonces ciertamente no tendríamos muchas razones para considerar el matrimonio como importante. Mucho en lo que nuestra cultura se equivoca sobre el sexo y el matrimonio proviene de este punto: la intimidad física involucra a toda la persona. Es íntimamente personal. El sexo es el medio de la procreación, pero la procreación no es esencial para la unión física; más bien, es un resultado. La unión matrimonial lleva a una persona a una conexión íntima con otra persona de una manera que nada más puede hacerlo. La mayoría de las culturas modernas quieren que creamos que el sexo es meramente un acto físico, pero la Escritura enseña lo contrario.

Esta unión es una comunión amorosa entre personas iguales y distintas. Cuando los dos se convierten en uno, es más que una conexión física. Comprende una conexión a nivel personal, donde las dos personas se compenetran entre sí de una manera única para esa relación. El sexo es un medio de conexión, pero toda la relación matrimonial abarca esta conexión personal. La unión física es simplemente un nivel de contacto. Como ya mencionamos, el matrimonio involucra todos los aspectos de la persona: físicos, emocionales y espirituales, y demás. El objetivo del matrimonio bíblico es que los dos se vuelvan uno a medida que se conectan y compenetran entre sí en cada uno de estos puntos de conexión.

Por lo tanto, el matrimonio es físico porque somos seres físicos, y es personal porque somos seres personales, pero también vemos que el matrimonio es inherentemente relacional.

La unión matrimonial es relacional

Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, la Escritura hace una declaración interesante: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Génesis 1:27). La primera vez que la Biblia menciona la distinción de los sexos es en relación con la imagen de Dios. De modo que la pregunta es: ¿qué tiene que ver esta unión hombre-mujer con Dios? La respuesta es esencial para el cristianismo, y para una comprensión apropiada de la Escritura: Dios mismo ES una unión de personas. Dios es la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, Tres-en-Uno; es decir, tres personas con una sola esencia. El matrimonio es una imagen de esa unión.

La unión que encontramos en la Trinidad es una comunión amorosa entre Personas iguales y distintas que son Uno en esencia. Esto es precisamente para lo que el matrimonio fue diseñado. Si bien el matrimonio no es la única expresión de esta unión divina, es quizá la imagen más clara que Dios nos ha dado para explicar e incluso experimentar la vida trinitaria de Dios. Ahora, la pregunta sigue siendo: ¿qué es esta experiencia? ¿Cuál es la esencia de la vida trinitaria que se demuestra en la relación matrimonial?

Como la comunión amorosa entre personas iguales, esta relación consiste en el amor que se entrega a sí mismo y busca el bien del otro. La relación trinitaria es siempre amor dirigido del uno al otro, hacia afuera. Así también, la relación matrimonial está diseñada para que consista en este tipo de amor que se da a sí mismo y que está enfocado en el otro. Consideremos lo que  dice la Escritura acerca de esto:

Juan 15:13 dice: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos». Y sabemos que esto es precisamente lo que Jesucristo hizo en la cruz para demostrar la forma más grande de amor que se entrega a sí mismo. Pablo recoge esta idea y la conecta con la relación matrimonial cuando dice en Efesios 5:25: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella». Cada relación humana de alguna manera modela este tipo de amor que se entrega a sí mismo, pero en el matrimonio lo vemos más claramente. Podríamos pasar horas discutiendo la relación de Cristo con la Iglesia en lo que se refiere al matrimonio, pero lo guardaremos para otro momento.

Así que, a medida que cerramos esta discusión, aquí hay una definición clara del matrimonio bíblico con la cual quedarnos: el matrimonio bíblico es la comunión amorosa, que se entrega a sí misma, entre personas iguales, pero distintas y complementarias. Si abordamos el matrimonio con esto en mente, gran parte de nuestra confusión cultural sobre la naturaleza del sexo y el matrimonio se podría resolver, y muchos de nuestros conflictos matrimoniales se podrían evitar. Pero recuerda; amar como Dios ama requiere la ayuda de Dios, y una relación que imita la vida trinitaria requiere que nuestra relación personal con Dios esté íntimamente conectada con nuestra relación matrimonial.

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