PROFUNDIZANDO: LA HISTORIA DE JACOB
Por Charles Hegwood, M. Div., colaborador de Fundamentos de ICM
La bendición robada
Cuando pienses en Israel, no busques más allá del hombre que lleva el nombre. Él es el padre, literalmente, de las doce tribus. Un hombre como Jacob debería invocar gran reverencia. De hecho, uno pensaría que un hombre así debería ser un modelo que seguir para todos nosotros. Sin embargo, la historia de Jacob es una historia que está marcada por su desobediencia y la gracia de Dios. Veamos la historia de cómo Jacob, el hombre que Dios eligió bendecir, le mintió a su padre para robar la bendición de su hermano.
Génesis 27: Antecedentes
Para empezar, obtengamos un poco de contexto que nos ayudará a entender la historia que se encuentra en Génesis 27. En primer lugar, el mismo nombre Jacob significa ‘el que toma por el calcañar, engañador’ o, mejor dicho, ‘suplantador’. Como veremos, Jacob hizo honor a su nombre. Antes de este capítulo, Jacob le roba la primogenitura a Esaú engañándolo para que renuncie a ella. Veremos a Jacob huir al final de esta historia solo para luchar con Dios y recibir el nombre de Israel. Si sigues leyendo en Génesis, verás a Jacob ser engañado y humillado cuando estaba buscando una esposa. Recuento todo esto para decir que la historia de Jacob es una de gracia y de la misericordia de Dios sobre un hombre pecador.
La bendición
La historia de la bendición robada comenzó cuando Isaac se dio cuenta de que se estaba acercando a la muerte. Por lo tanto, Isaac llamó a Esaú, su hijo mayor, para que recibiera su bendición.
Dato curioso: Isaac vivió cuarenta años más después de que sucedió esta historia. Como que fue una muerte lenta.
Ahora bien, las bendiciones en el Antiguo Testamento son importantes. Y si recuerdas la narración del nacimiento de Jacob, se suponía que él recibiría la bendición y no Esaú. Esto es en sí mismo un pequeño problema y Rebeca, su madre, está preocupada. ¿Cuál es su estrategia para asegurarse de que se siga el plan de Dios? Su respuesta es usar a Jacob para engañar a su esposo y que Jacob voluntariamente engañe y le mienta a su padre. Desde el principio de esta historia, debemos quedar impresionados por lo quebrados que están todos nuestros personajes. ¿Es lo que Dios quiso decir cuando le dijo a Rebeca que «el mayor servirá al menor»? Por supuesto que no. Sin embargo, Dios usa esta situación rota para llevar a cabo Su plan.
Isaac quería una comida que Esaú hubiera cazado y cocinado. El plan de Rebeca era que Jacob engañara a su padre y suplantara a su hermano por medio de traerle de comer mientras llevaba puesta la piel de una cabra y la ropa de su hermano. Este plan dependía de la habilidad de Jacob para engañar a un anciano que no podía ver bien. Y él hace precisamente eso. Enmascaró su identidad con piel para simular la vellosidad de Esaú y con la ropa de su hermano para que oliera como un hombre que ha estado en el campo.
El engaño
Al entrar a la habitación de Isaac, Jacob anunció su llegada. Isaac preguntó quién era. Era la oportunidad para que Jacob dijera la verdad. Excepto que eso no fue lo que pasó. Jacob mintió y le dijo a su padre que era Esaú. Cuando Isaac le preguntó cómo podía haber cazado y cocinado la comida tan rápido, Jacob invocó a Dios en su mentira. No dejes pasar por alto el hecho de que el hombre que Dios eligió para guiar a Su pueblo estaba usando Su nombre para ayudarse en una mentira para robar una bendición. De hecho, las palabras utilizadas son sorprendentes: «Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí». Dios le habría dado la bendición a Jacob por Su bondad y soberanía y, sin embargo, en el contexto de esta historia, Jacob está haciendo que suceda por sí mismo. Hermanos y hermanas, no podemos hacer que suceda por nosotros mismos. Debemos obedecer a Dios y dejar que Dios actúe. Jacob no lo hizo.
A medida que continuamos siguiendo la historia, Jacob tiene al menos cinco oportunidades para detener la farsa y confesar la verdad. Descaradamente miente tres veces diciendo que él es Esaú. Isaac entonces bendice a Jacob convencido de que era Esaú. Jacob, con la ayuda de su madre, mintió y manipuló a su anciano padre. Esto está roto.
Como lectores, podríamos preguntarnos: «¿Cómo pudo Dios usar una historia tan dañada?». Esa es una pregunta excelente. Es la pregunta correcta. La única razón por la que profundizamos en este episodio de la vida de Jacob es para ver cómo Dios usa a las personas quebradas. Jacob, Isaac, Esaú y Rebeca no fueron capaces de suplantar el plan de Dios con su pecado. Él trabajó con lo roto para lograr lo que Él dijo que sucedería. Dios nos usa a pesar de estar dañados. Su gracia es realmente suficiente. Rebeca buscó obtener la voluntad de Dios a través del engaño. Jacob mintió y manipuló a su padre para obtener lo que él creía que era la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios bendice a Jacob más tarde con muchos hijos, algunos de los cuales se convierten en los padres de las doce tribus.
Rotura y bendición
Mientras comenzamos a concluir este relato no dejemos de lado el elefante en la sala. Si Dios puede usar a personas dañadas, ¿hay consecuencias para el pecado? En esta historia ciertamente hay consecuencias. Jacob tuvo que huir lejos para escapar de la ira de su hermano. Jacob nunca volvió a ver a su madre, quien murió mientras él estaba en el exilio. Una familia quedó rota. Hubo un precio que pagar por el pecado de Jacob. El pecado siempre provoca rotura, pero como veremos en Génesis 33, Jacob y Esaú se vuelven a reunir y es una reunión gozosa y restauradora.
Al profundizar en la historia de Jacob, encontramos pecado y rotura en relación con la bondad y la misericordia de Dios. El hombre llamado Israel mintió, engañó y manipuló a la gente. Incluso usó el nombre de Dios para vender su mentira. Y, sin embargo, todo lo que su pecado rompió, Dios lo restauró. Jacob y Esaú, por la gracia de Dios, se encontraron de nuevo e hicieron las paces. Dios bendijo a Jacob con hijos que se convirtieron en los padres de las doce tribus. La historia de Jacob muestra la gracia de Dios al tomar a un hombre quebrado y redimirlo para lograr, en su linaje, la salvación para todo el mundo a través del Salvador del mundo: Jesús.
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