PROFUNDIZANDO: EL HIJO PRÓDIGO PARTE 1
Por Andrew Sargent, Ph. D., colaborador de Fundamentos de ICM
¿Alegoría o analogía?
El manifiesto de Jesús en Lucas 4:18-19 dice:
La belleza de este manifiesto se ilustra poderosamente en la parábola del hijo pródigo en Lucas 15.
Hay algo en la historia del hijo pródigo que toca las fibras sensibles de casi todos los que la leen. En cierto sentido, cada pecador que ha venido a Jesús es un hijo pródigo que regresa a casa, porque todo corazón nace alejado de Dios, y es solo a través del arrepentimiento que regresamos a ese lugar del que huyeron nuestros primeros padres: Dios es nuestro hogar.
Interpretación del pródigo
La parábola del hijo pródigo ha sido un testimonio poderoso de la misión de Jesús, pero también ha sido víctima de una mala interpretación. Ya que muchos se han imaginado que posee aplicaciones significativas para la vida y la adoración que se pueden encontrar en el más pequeño de los detalles, la parábola del hijo pródigo ha sido rebuscada como bolsa de patatas fritas. No es raro que este frenesí alimenticio se cometa sin tomar en cuenta las reglas de la narración de parábolas de los propios días de Jesús y en completa ignorancia del contexto de cuando se dijo.
Una de las mayores confusiones es que algunos se acercan al hijo pródigo como una alegoría, mientras que es, en realidad, una analogía. La diferencia es monumental.
Ahora bien, me encanta una buena alegoría (de chico mi primera experiencia fue con el Progreso del Peregrino), pero si uno trata una analogía como la parábola del hijo pródigo igual que una alegoría, incluso sus cosas buenas pueden deformarse en cosas feas. Esto se debe a que, en una alegoría, tratamos todo como si tuviera un significado. Los puntos más pequeños les sugieren a nuestras mentes buscadoras las verdades más significativas... incluso si tenemos que añadirle cosas a la imagen para hacerlo.
Lucas 15 como alegoría
En un hijo pródigo alegorizado, se busca una referencia específica en cada detalle de la parábola. El padre representa al Padre celestial, el pródigo representa a los pecadores y recaudadores de impuestos, y el hermano mayor representa a los líderes religiosos. Hasta ahí todo bien. ¿Hasta dónde debemos interpretar los detalles?
¿Debemos buscar un significado específico para la hambruna? ¿Para las algarrobas con que alimentaban a los cerdos? ¿Para los cerdos? ¿Y los que estaban alrededor del pródigo que no le daban nada? ¿Qué significado específico debemos darle al anillo? ¿A la túnica? ¿Al calzado? ¿Al becerro gordo? ¿A quién representan los sirvientes? Si somos sinceros, ¿realmente queremos hacer eso? ¿Creemos que Jesús quiso que lo hiciéramos?
Más específicamente, si el hijo mayor representa a los líderes religiosos de la época, ¿realmente queremos sugerir que las palabras del padre a su hijo mayor en la parábola son palabras que les dirigió punto por punto Jesús a los líderes religiosos? ¿Les estaba predicando Jesús a los fariseos, escribas y saduceos, en nombre del Padre: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas»?
Si escogemos interpretarlo como alegoría en lugar de como analogía, ¿perdió el hijo menor toda su herencia? Si todo lo que tiene el padre le pertenece al hermano mayor, ¿qué le queda al hermano menor? «Bienvenido a casa, hijo, pero todavía estás empobrecido». «Ahora que la fiesta ha terminado, hablemos de ese nuevo trabajo como jornalero».
¿Cuánto más locos podríamos ponernos si empezáramos a imaginar detalles extraídos del mundo de las granjas familiares y buscáramos significado en ellos? No hay límite para el posible daño que podríamos causar si alegorizamos. Lo he visto... y se pone feo.
Lucas 15 como analogía
Sin embargo, al considerarla como analogía uno busca en la historia del hijo pródigo una amplia comparación de la situación. Los detalles se presentan para añadirle a la historia un realismo comúnmente reconocido. En las analogías aprendemos lecciones simples sobre una cosa extraída de las similitudes generales entre ella y algún otro suceso común.
Jesús está cenando con aquellos a quienes los fariseos han etiquetado como recaudadores de impuestos y pecadores. No obstante, son personas que se han convertido en seguidores de Jesús. ¿Quieren los de orientación religiosa saber por qué les permite formar parte de Su ministerio? Jesús responde a su pregunta con tres parábolas conectadas. Podríamos etiquetar estas tres juntas como: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido. Si bien hay algunas representaciones vagas que se encuentran en la audiencia (se supone que cada persona de la audiencia debe encontrarse a sí misma en algún lugar de las historias), los detalles no deben ser tomados demasiado en cuenta. El panorama general es el que tiene la palabra.
Jesús pregunta dos veces, ¿quién no se regocijaría si encontrara una cosa preciosa perdida?
La respuesta se encuentra en la historia final, pero los detalles están destinados a subrayar el punto principal en lugar de hacer puntos independientes propios. Estas son analogías y NO alegorías en las que todo tenga interpretación.
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