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LIDERAZGO CONFORME A DIOS: JEFE ENCUBIERTO

Por Rachel Kidd

¿Qué características tiene un líder según Dios? 

Y David los pastoreó con corazón sincero; / con mano experta los dirigió.
— Salmos 78:72, NVI

Cuando piensas en un líder bueno según Dios en tu vida, ¿en quién piensas? ¿Es un profesor favorito, pastor, entrenador o padre convertido en mentor? Para muchos de nosotros, un líder según Dios es fundamental en nuestras travesías de fe. Todos necesitamos a alguien que nos vea y nos cuide, que nos guíe con mano experta. 

Pienso en mi propia mentora espiritual, una líder del grupo de jóvenes que también terminó siendo mi profesora de inglés avanzado en bachillerato. Ella ha sido una fuente paciente de sabiduría y orientación durante la última década y ha sido una gran alegría desarrollar mi vida con ella y su familia. Ella para mí fue ejemplo de una vida de servicio dedicado, humildad, gracia e integridad, y siempre estaré agradecida por eso. Me hizo sentir valorada y amada, especialmente durante mis años de bachillerato. Es maestra de carrera, ganó el premio de maestra de distrito del año y su fidelidad a su trabajo y a su comunidad continúa inspirándome. 

Al igual que el liderazgo que encontré en mi maestra, el rey David era un líder según Dios. Aunque era imperfecto, como todos nosotros, los Salmos nos dicen que David dirigió con corazón sincero y mano experta. Al igual que mi maestra, era bueno en su trabajo y se tomaba su papel en serio. Cuidaba de su gente, la pastoreaba como un buen cuidador con años de práctica medida. Al combinar la habilidad experta con una verdadera preocupación y consideración por los demás, el rey David fue ejemplo de un liderazgo bueno según Dios.   

Un modelo de liderazgo

Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía; así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
— Juan 13:3-5, NVI
Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás, así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
— Mateo 20:26-28, NVI

Por supuesto, Jesús es el modelo definitivo de liderazgo perfecto según Dios. Podemos ver en la vida de Jesús en la Tierra, que se humilló en lugar de exaltarse, sin importar cuánto mereciera ser exaltado. Vino a servir a los demás primero en lugar de ser servido. Un humilde carpintero, un nazareno, Jesús vivía con pescadores, enfermos, indigentes y pobres. Lavó los pies de estos, más pequeños, haciendo el trabajo de un sirviente. El Hijo de Dios se hizo humano, solo para lavar los pies sucios y callosos de los pescadores de Nazaret. 

Esta escena, de Jesús arrodillado, lavando los pies de sus discípulos, me recuerda a un reality show: Undercover Boss. Los ejecutivos se van de incógnito y trabajan un día en las trincheras —los trabajos de bajo nivel de sus propias empresas— para descubrir la realidad del trabajo y ver lo que sus empleados realmente piensan de ellos. A menudo, sus experiencias son increíblemente reveladoras y transformadoras. Estos hombres ricos dejan la comodidad de sus oficinas administrativas y experimentan la vida del hombre común, el trabajo físico que constituye la columna vertebral de la empresa. 

Me imagino a Jesús, cambiándose de sus vestiduras celestiales y convirtiéndose no solo en humano, sino también en un pobre nazareno. Vestido con túnicas sencillas de lana tejida en casa, Jesús dejó a su Padre y su trono en el Cielo por la vida de penurias de un plebeyo porque los que lideran primero deben servir, en lugar de esperar a ser servidos. 

Jesús incluso se empeñó en lavarle los pies a Judas, el que sabía que lo traicionaría, porque vino a servir a todos los pecadores, a lavarnos los pies a pesar de nuestras traiciones. Él conocía nuestras fallas, vivió nuestra vida de dificultades y nos sirvió de todos modos. Y eso es lo que hace un buen líder. No se sienta por encima de su rebaño, alto y poderoso en un pedestal lejano. Está a nuestro lado, en las trincheras, conociendo nuestras luchas y sirviéndonos de todos modos. Al igual que el rey David y Jesús, los buenos líderes no solo son expertos en su posición, sino que pasan tiempo con su rebaño y lo cuidan bien.


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Michelle Cruz