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NOTAS DE LA CLASE: LA TRASCENDENCIA DEL PASTOR

En sus cartas tanto a los Gálatas como a los Romanos, Pablo escribe acerca de vivir en la carne y vivir en el Espíritu. Vivir en la carne significa que lo estás haciendo todo tú mismo; estás ejerciendo tu propio esfuerzo para lograr tus propias metas personales.

En la Biblia, la palabra “carne” a menudo significa “naturaleza humana sin la ayuda de Dios”. Pablo dice que eso no es lo que deberías querer. Todo lo que el hombre construye fracasará, y todas las vanaglorias de los hombres se callarán ante Su gloria revelada.

Lo que deberías querer hacer es vivir en el Espíritu y producir el fruto del Espíritu; ese es el único fruto que durará para siempre.

Ahora, para mantener a Pablo en el Espíritu y no en la carne, Dios permite que Pablo tenga un problema. No sabemos la naturaleza exacta de este problema. Algunas personas piensan que podría ser una condición de sus ojos, ya que vemos evidencias de su visión deficiente en Gálatas. Sin embargo, también podría ser algo no físico, como una tentación continua. No estamos seguros. Sin embargo, una cosa es cierta: Dios le dice a Pablo: “Te mantendré débil porque mi fuerza se manifiesta en la vida de los débiles. De esa manera la gente sabrá que el poder en ti tiene que venir de Mí y no de ti”.

De la misma manera, ora para que Dios use tu debilidad de tal manera que Él pueda exhibir Su poder al mundo. Si eres fuerte y saludable, pídele a Dios que te ayude a caminar en la fuerza del Espíritu y no en tus propios dones. Algunos han vivido pasos emocionales comunes en el proceso de sufrimiento y pérdida. Primero, está la etapa de negación, luego la ira, y luego la depresión, y finalmente el punto de aceptación. En esta etapa final de aceptación llega la paz.

Debemos aceptar las experiencias que Dios quiere que tengamos, porque los encuentros con Dios nos transforman, al igual que las experiencias de vida que Dios nos permite vivir para moldearnos.

Recuerda, puede ser que todavía tengas que sufrir lo que necesitas sufrir para convertirte en la persona que Dios quiere que seas y para hacer las cosas que Él quiere que hagas. No buscamos el sufrimiento. No debemos de detenernos para ayudar a aliviar el sufrimiento de otras personas cuando podamos. Debemos orar por alivio y dirección en nuestro propio sufrimiento. Pero siempre debemos estar listos para aceptar lo que Dios nos trae, y dejar que haga su trabajo para remodelarnos.


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