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NOTAS DE LA CLASE: ¿DÓNDE ESTÁ TU HERMANO?

Si creciste con hermanos, seguramente tu padre o tu madre te hizo esta pregunta en algún momento: ¿Dónde está tu hermano? Esta pregunta la hizo Dios mismo desde el inicio de los tiempos a un hombre cuyas intenciones fueron desastrosas. Su nombre era Caín.

Caín fue el primogénito de Adán y Eva. Se dedicaba a labrar la tierra, mientras que su hermano Abel era pastor de ovejas. Ambos hermanos hicieron grandes sacrificios a Dios. Abel le ofreció un primogénito de su rebaño, y Caín los frutos de la tierra.

Dios miró con agrado el sacrificio de Abel y no el de Caín, lo cuál causó el enojo de este y fue reprendido por Dios. Entonces, Caín ideó un plan, llevó a Abel al campo y lo asesinó. Dios le preguntó: ¿Dónde está tu hermano? Caín niega saberlo.

Dios reprobó este acto y maldijo al primogénito de Adán y Eva.

La envidia y la ira son sentimientos que destruyen la comunión y la paz.

En el capítulo tres de Génesis podemos encontrar la raíz u origen del pecado, y en el capítulo cuatro se nos revela la magnitud de los frutos del pecado. Lo sucedido entre Abel y Caín nos muestra la dimensión de la naturaleza malvada del hombre.

A continuación, tres aspectos importantes para reflexionar acerca de esta historia:

  1. El enojo: Este sentimiento demuestra una falta de comprensión, revela la existencia de orgullo, soberbia, celos e ingratitud hacia Dios. Además, expone la falta de madurez tanto emocional como espiritual.

Tras la caída del hombre, el fruto del pecado comenzó a revelarse en la humanidad. En el corazón de Caín se despertó la ira, la cólera, la oposición y un mal deseo hacia su hermano; deseo que lo llevó a cometer un crimen

Santiago 1:14-15 nos dice lo siguiente:

  1. 2. La seducción del pecado: Dios habló con Caín para animarlo y recordarle que es mejor hacer el bien.

Caín no se daba cuenta de cuán vulnerable era ante el pecado.

Cuando Dios le dijo que el pecado estaba a la puerta, lo estaba previniendo. Vemos al Señor confrontando a Caín de forma amorosa, mostrándole el camino que debía tomar: Dominar el pecado.

Dios nos previene de pecar en todo tiempo, y es algo que vemos constantemente en su Palabra. Él quiere que dominemos el pecado y no que este nos domine a nosotros.

Necesitamos escuchar sus palabras y seguir el camino que nos marca; de otro modo seremos fácilmente seducidos por el pecado, llegando al punto de ser sus esclavos.

Cegado por su enojo, Caín no pudo ver que el pecado estaba a un paso de distancia.

El pecado estaba como un león rugiente listo para devorarlo, como una bestia salvaje agazapada para abalanzarse sobre él, apenas cruzara la puerta.

En ese punto de la historia, ningún ser humano había muerto o sido asesinado. Caín se convirtió en el primer asesino y extinguió la vida de Abel como solo se hacía con los animales.

A partir de ese momento, el pecado solo comenzó a progresar y crecer rápidamente; no podía ser contenido.

Desde Génesis 4:17 se nos narra que los descendientes de Caín, por siete generaciones hasta Lamec, llevaron a cabo actos tiranos peores que el pecado de Caín

  1. 3 Respuesta de Dios: Dios preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”.

El Señor estaba dándole una oportunidad de confesar su pecado y comenzar a hacer lo correcto después de haber hecho lo malo. Sin embargo, la respuesta de Caín fue insolente y descarada.

Era absurdo que pensara que podría ocultarle su pecado al Creador mismo. Por lo tanto, Dios responde a este acto con las siguientes palabras:

Aunque esta historia nos muestra hasta dónde puede llegar el pecado del hombre, sabemos que Cristo vino al mundo para vencer. Él nos rescató de la esclavitud del pecado. Gracias a su infinito amor y misericordia tenemos la seguridad de que su sangre también habla, pero de cosas mejores:

Hoy tenemos la incitación para estar ante los pies de Cristo y arrepentirnos de nuestros pecados. Busquemos tener una relación con Él y pidamos su ayuda para que podamos controlar nuestras emociones. A medida que oramos, buscamos, escudriñamos las Escrituras y meditamos en ellas, Dios nos fortalece para apartarnos del pecado.


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