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LA IMPORTANCIA DE LA BIBLIA

Por Jim Thompson, D. Min., colaborador de Fundamentos de ICM

Una base teológica y bíblica para hacer de la interacción con las Escrituras la prioridad para el desarrollo saludable de la iglesia global.

En un artículo anterior , abordé el problema de la Brecha Bíblica Mundial, con un enfoque en el Sur Global. Señalé que en el Sur Global (África, Asia, América Latina y Medio Oriente) tenemos un gran problema de distribución para llevar la Palabra de Dios a aquellos que tienen hambre de ella. Hay al menos quinientos millones de cristianos que quieren una Biblia personal para su propio crecimiento espiritual que no tienen una. Los desafíos logísticos y económicos de la distribución de las Escrituras mantienen a estos creyentes sin una Biblia o Nuevo Testamento para alimentarse espiritualmente.

Además de ellos, hay millones de personas en el Sur Global que todavía no son seguidores de Cristo, pero expresan el deseo de leer la Biblia si alguna vez pudieran tener una en sus manos. Estos buscadores tampoco pueden obtener un ejemplar de las Escrituras porque no hay Biblias disponibles en las aldeas y pueblos en los que viven, o no pueden pagar los costos que se cobran por una Biblia. Nosotros, la Iglesia de Jesucristo, debemos dar un paso adelante para satisfacer estas necesidades y discipular a las personas para nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

¿Por qué es esto importante? La respuesta a esta pregunta es lo que espero responder en este artículo. Un artículo de mil palabras no es lo suficientemente largo como para dar todas las razones. Sin embargo, intentaré al menos iniciar una conversación sobre el tema.

Comienzo este artículo con dos premisas. La primera es que la Biblia es la infalible Palabra de Dios. Y la segunda es que el término Escritura, que era una palabra utilizada tanto por Jesús como por los Apóstoles que escribieron las cartas del Nuevo Testamento, se refiere a la Palabra escrita de Dios. Específicamente, se usa para los escritos del Antiguo Testamento.

La naturaleza de la Palabra de Dios

¿Por qué la Escritura, o la Biblia, es tan importante para la Iglesia? ¿Por qué la Biblia es tan importante para la formación de discípulos y el desarrollo saludable de la Iglesia? ¿Cuál era el punto de vista de Jesús sobre las Escrituras? Estas preguntas, y muchas más, necesitan ser respondidas para comprender la importancia de leer regularmente las Escrituras. La lectura regular de las Escrituras es la herramienta más importante disponible para la formación de discípulos y el desarrollo saludable de la Iglesia.

A menudo se hace referencia a Dios en la Biblia como «el Dios viviente». Él siempre ha existido y siempre existirá. No tiene principio ni fin. También, Dios habla. Se comunica eternamente. Los seres humanos podemos estar agradecidos de que Dios desea comunicarse con nosotros. Esto es parte de Su deseo de tener una relación personal con Sus hijos. Dios no habla solo por hablar. Dios siempre tiene un propósito en Su comunicación. Siempre es para cumplir Sus propósitos (Isaías 55:9-11). Dios gobierna el universo por la Palabra de Su poder. Dios ejerce Su autoridad y poder sobre Su creación por medio de Su Palabra

Dios no solo habla en el Antiguo Testamento; también habla en las Escrituras del Nuevo Testamento (Juan 1:1-14). El atributo de que Dios habla está tan estrechamente relacionado con Dios mismo que son uno y el mismo en este pasaje de la Escritura. Jesús es llamado el Verbo, y también es llamado Dios. Incluso hay una conexión intencional entre Génesis 1:1 y Juan 1:1. Hebreos 1:1-3 continúa este tema, mostrando que es la naturaleza de Dios hablar. Su naturaleza y deseo son revelarse a Sí mismo. El principal énfasis que hace es hablar en términos y formas que los seres humanos puedan entender. Nos ha hablado por medio de palabras, y nos ha hablado por medio de su Hijo.

Eterna

La Palabra de Dios es eterna (1 Pedro 1:25). La Palabra de Dios resiste la prueba del tiempo. «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35). Puesto que la Palabra de Dios es eternamente verdadera, no cambia. Los hombres cambian. La creación cambia. Sin embargo, como Dios es eternamente inmutable, también lo es Su Palabra. Este hecho debería darnos una gran confianza en Dios y en Su Palabra (las Escrituras/la Biblia). Salmos 119:89 afirma esta misma verdad: «Para siempre, oh Jehová, / Permanece tu palabra en los cielos».

Fundamental

La Palabra de Dios también es fundamental para la vida. Es una base sólida, como una roca, sobre la cual construir la vida de un discípulo. Jesús explica esto en Lucas 6:46-49. Explica que la persona que escucha Su Palabra y la pone en práctica es como una persona que construye una casa sobre un fundamento sólido. Cuando vienen tormentas como la duda, la tentación o la persecución contra esa persona, la fe de esa persona en Jesús se mantendrá. Es inevitable que lleguen estas pruebas. El discipulado saludable y el desarrollo saludable de la Iglesia necesitan el fundamento de la lectura y la aplicación de las Escrituras.

Poderosa

Un tercer elemento de la naturaleza de la Palabra de Dios es que posee poder absoluto. Vemos esto cuando Dios creó los cielos y todas las galaxias al hacerlos existir mediante Sus palabras (Salmos 33:6, 9 2 Pedro 3:5). Él no solo creó todas las cosas con Su Palabra, sino que también sostiene todas las cosas, tanto visibles como invisibles con «la Palabra de Su poder» (Hebreos 1:3; Salmos 29:4). Jesús dijo que Su Palabra es espíritu y es vida. Es importante que entendamos la Palabra de Dios, no solo como comunicación de contenido lingüístico, sino como un gran poder que hace que sucedan cosas.1

Es especialmente importante recordar esto cuando se trata del discipulado y de la salud de la Iglesia. Es la Palabra de Dios la que tiene el poder de transformar a los creyentes en discípulos sanos.

Autoritativa

Un cuarto elemento de la naturaleza de la Palabra de Dios es que es autoritativa. Contiene la autoridad suprema y última que es única solo de Dios. Dios, como nuestro Creador, Salvador y Señor, tiene todo el derecho de decirnos cómo debemos vivir nuestras vidas. Lo hace principalmente a través de Su Palabra. Él no hace nada ni dice nada, excepto a través del prisma de Su amor y sabiduría. Expresa Su sabiduría, conocimiento, deseos, intenciones, amor y gracia a través de Su Palabra.

Cuando Dios comparte Su amor con nosotros, tenemos la obligación de valorarlo. Cuando nos pregunta, debemos responder. Cuando expresa Su gracia, estamos obligados a confiar en ella. Cuando nos dice Sus deseos, debemos conformar nuestras vidas a ellos. Cuando comparte con nosotros Su conocimiento e intenciones, debemos creer que son verdaderos.

Un aspecto final relacionado con la autoridad de la Palabra de Dios es la importancia de que el discípulo abrace la Palabra de Dios con fe y obediencia. La fe y la obediencia a Dios siempre traen bendición. La desobediencia a Dios y a Su Palabra traerá desilusión, y derrota, además de disciplina de parte del Señor. Este principio se encuentra a lo largo de la Escritura (1 Corintios 10:11). La gracia no le niega este principio al discípulo. Puede mitigar su fuerza cuando se busca el perdón, pero es un asunto serio descuidar los mandamientos de Dios o desobedecerlos intencionalmente (Deuteronomio 30:16; Josué 1:7-8; Salmos 1:1-3; Proverbios 29:18; Lucas 11:27-28; Santiago 1:22-25 y Apocalipsis 1:3).

Conclusión

Jesús es Señor de Su Iglesia. Él es el Maestro de maestros y el Hacedor Supremo de discípulos. Debemos poner Su Palabra en el centro de nuestros esfuerzos de evangelización, de hacer discípulos y de plantar iglesias. Esto nos ayudará a lograr el sano desarrollo global de la Iglesia que todos deseamos.


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