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HISTORIAS DE POZOS: GRABACIÓN DETRÁS DE CÁMARAS DE JUAN 4

Por Andrew Sargent, Ph. D., colaborador de Fundamentos de ICM

Historias de pozos: grabación detrás de cámaras de Juan 4

Al estudiar el Antiguo Testamento, algunas veces descubrimos algo maravilloso acerca del Nuevo Testamento. No hace mucho descubrí algo mágico acerca de Juan 4, donde Jesucristo se encuentra con la mujer en el pozo.

Resulta que Juan escribió la historia de la mujer en el pozo usando un conocido patrón de historia romántica llamado «forastero en el pozo». Como en otras historias de pozos, el lector antiguo esperaría encontrar un matrimonio en ciernes, que condujera a hijos famosos y a un mundo cambiante. Pero en Juan 4, obtiene más de lo que espera.

Tras bastidores

Muy bien, consideremos algunos antecedentes.

En los tiempos bíblicos, era responsabilidad de la mujer sacar agua del pozo para su familia, semejante a cuando yo era joven y la responsabilidad de los hombres era que cortaran el césped y sacaran la basura. Las actividades de las mujeres jóvenes en ese entonces tendían a ser administradas minuto a minuto por aquellos que las amaban y velaban por sus mejores intereses, por lo que es fácil imaginar que el único lugar para que los jóvenes solteros y las jóvenes solteras se conocieran en un ambiente algo más libre sería en el popular lugar de reunión... el pozo. Un tipo que conozco llamaba a los pozos los «bares de solteros» del antiguo Medio Oriente, y no estaba tan equivocado.

El patrón de la historia

Entonces, el patrón de la historia del forastero en el pozo va así.

·       Primero, un forastero soltero viaja a otro país, generalmente impulsado por problemas en casa.

·       En segundo lugar, como era de esperarse, va a un pozo local.

·       Tercero, mientras está allí, conoce a la mujer que será su esposa.

En las Escrituras, lo que hace que este patrón de historia sea especial es la noción misma de que el encuentro es una cita divina. Dos extraños de diferentes regiones tienen un encuentro «fortuito» en ese lugar mágico de encuentros casuales. Sí, pero en realidad, son dos extraños destinados por Yahvé a encontrarse y cambiar al mundo juntos. Es romántico; es teológico; es épico. Como uno de los tipos de historias favoritas de Israel para contarse alrededor de la fogata comunal, es parte de la historia del origen de Israel... de los que cuentan el cuento. Narra cómo Israel surgió por designio divino por medio de encuentros casuales.

Hombres muy hombres

Cada instancia en las Escrituras de este patrón de historia nos da elementos que podemos comparar y contrastar con Juan 4. Al leer Juan 4, presta especial atención a cómo Juan los confronta.

Las versiones más básicas de este tipo de historia se encuentran con Jacob y Raquel, y Moisés y Séfora.

Jacob huye de la casa de su padre ante las intenciones asesinas de su hermano. Viaja al país de su madre. Va al pozo donde se reúnen los pastores para abrevar, y pregunta por su familia. Los pastores dicen: «Bueno, pero qué coincidencia, ¡aquí viene su hija en este momento!». Raquel se acerca con las ovejas de su padre, y Jacob destapa el pozo y abreva sus rebaños. Ella lo lleva a casa para presentarlo a papá, y los dos viven felices para siempre... más o menos.

Este es el catalizador para el nacimiento de los doce padres tribales de Israel.

Del mismo modo, Moisés huye de Egipto para escapar de Faraón y viaja a otro país. Llega a un pozo donde unos pastores están maltratando a unas mujeres que intentaban dar de beber a las ovejas de su padre. Moisés se enfrenta a los tipos malos, y luego saca agua para los rebaños de las damas. Lo llevan a casa y lo presentan a papá, y vive feliz para siempre con una de ellas... más o menos.

Juntos, Moisés y Séfora sacan al pueblo de Israel de Egipto y lo convierten en una nación.

Quiero un Forastero en el Pozo con un giro, por favor

En Génesis 24, con la historia de Isaac y Rebeca, tenemos la historia de amor del «forastero en el pozo» a través de un representante. Abraham comisiona a su siervo para que resuelva un problema serio en su representación, y lo envía a una tierra extranjera para encontrar una esposa para Isaac. La escena se desarrolla de manera muy similar a las de Jacob y Moisés, excepto por dos cosas. La providencia de Dios se hace evidente, y el siervo, que está probando la voluntad de Dios, observa con asombro cómo Rebeca, una mujer de obvio vigor, saca más que un poco de agua para saciar tanto su propia sed como la de unos diez camellos. Ella lleva al siervo a casa y lo presenta a papá, y ella y su amo viven felices para siempre... más o menos.

Rebeca da a luz a Jacob, padre de las doce tribus de Israel.

Lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa

Encontramos otra historia de pozo en el libro de Rut. Los problemas envían a Rut la moabita a las tierras extranjeras de Israel con su suegra hebrea, Noemí. Rut sale a recolectar lo sobrante de la cosecha con los indigentes y se encuentra por coincidencia en los campos del pariente redentor de Noemí, Booz. Él también deja su casa para ver cómo están sus trabajadores y se encuentran, él y Rut, durante su breve descanso, junto al pozo. Él le da de beber de lo que fue sacado del pozo por sus hombres, y el resto es historia.

Rut da a luz al abuelo del rey David.

Un forastero espiritual en un pozo espiritual encuentra a una novia espiritual.

Lo primero que observamos cuando colocamos esta lente sobre Juan 4, es que Jesús, al igual que los demás, parte hacia territorio extranjero en medio de problemas cuando los fariseos lo notan por primera vez. Él los evita en Su regreso a Galilea tomando la ruta más ardua a través de Samaria. (Juan 4:1-4)

Jesús, cansado, pasa por un famoso pozo que se dice pertenecía a Jacob. Quizá recuerdas la historia de pozo del propio Jacob. Al ser alimentado por manantiales subterráneos, el pozo de Jacob se llama «Aguas Vivas»: frescas, limpias y refrescantes.

Jesús, el soltero consumado, conoce a una mujer soltera allí, creando nuestro patrón de historia y generando expectativas de amor, cita divina y un mundo transformado... oh là là.

Jesús le pide agua, como el siervo en Génesis 24:13-17. Sin embargo, ella no demuestra el carácter de Rebeca.

Él le dice que si ella supiera quién era Él, le pediría de beber «agua viva», y que Él se la daría. Recuerda que Jacob, Moisés y Booz les proporcionan el agua a sus amadas.

Ella está confundida. Él no tiene nada con qué sacar estas aguas vivas. Aquí, Jesús eleva abiertamente la discusión al nivel espiritual para ella. Él no pretende agua física, sino un manantial espiritual que conduzca a la vida eterna.

La elevación del patrón de la historia a lo espiritual también se establece en varios otros lugares. En Juan 4:24, Jesús dice: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren». En el v. 32, Jesús declara: «Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis», y en el v. 34 dice: «Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra». Como Jesús todavía no acababa, dice en los vv. 35-36: «He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega».

Jesús no encuentra aquí a una novia física. Lo que encuentra es a una pecadora que viene bajo convencimiento antes de que Él revele su pecado, y ella se desploma ante Su poder profético mientras Él predica de Sí mismo. Ella dice: «Sé que ha de venir el Mesías». Jesús le responde: «Yo soy, el que habla contigo» (Juan 4:25-26).

De hecho, Jesús encuentra una novia espiritual. Ella es una novia espiritual porque desempeña ese papel en la escena tipo, pero también es una novia espiritual porque se convierte en una parte funcional que replica a LA Novia espiritual: la Iglesia. Ella sale y da testimonio de Él, diciendo: «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?» (Juan 4:34). Su testimonio produce hijos espirituales, porque: «Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer» (Juan 4:39).

Así pues, al leer Juan 4, encontramos que Juan subvierte las conexiones románticas en la historia del pozo al espiritualizar el amor y la devoción, y acentuar los elementos de la cita divina y la transformación del mundo a través de su relación. Comenzando con la mujer en el pozo, Jesús está ganando una novia espiritual para producir hijos espirituales que transformen el mundo espiritualmente. A través de la narración de la historia de Juan, Jesús continúa teniendo hijos espirituales... hijos como tú y yo, llamados a transformar el mundo que nos rodea a través de nuestro testimonio de Jesucristo nuestro Señor.

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