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HAZ DISCÍPULOS EN TODAS LAS NACIONES

¿Por qué hay tantos recursos sobre discipulado? Creo que la razón es porque Dios ha colocado dentro del ADN mismo de los creyentes el impulso de hacer más discípulos. Una de las formas en que adoramos a Dios es llevar a tantas personas como podamos a Jesús. El discipulado es una de mis mayores pasiones. Espero que sea la tuya también. Quisiera considerar Hechos capítulo 10 y echar un vistazo a cómo Pedro guía a Cornelio a Cristo y lo discipula. Veremos que a través de la sangre de Cristo, todos los que vienen a Jesús serán limpiados. Serán restaurados. Como discípulos, debemos ser fieles para ir y contarle a la gente las grandes noticias del evangelio.

Un poco de contexto

Consideremos un poco el contexto: se nos presenta a Cornelio, un soldado romano temeroso de Dios, caritativo, que siempre estaba orando. Este es un hombre que está buscando conocer a Dios. Aprendamos de Cornelio que Dios les responde a los que lo buscan. Después de todo, aquí había un hombre, un romano, y por esa sola distinción quedaría descalificado para recibir el amor de Dios, especialmente si eras judío. Habrías odiado a este hombre. Era un enemigo y un líder en un régimen opresivo. Sin embargo, buscó a Dios y Dios le respondió.

Dios llamó a Pedro para compartir el evangelio con este soldado romano. Para Pedro esto era incómodo. Décadas de educación cultural le enseñaron que ir a la casa de un gentil, sin mencionar a un soldado romano, lo haría inmundo. Incluso después de caminar con Jesús durante tres años, escuchó los ecos culturales de «inmundo», «indigno». Había algunos creyentes gentiles, pero en ese momento la floreciente iglesia no sabía exactamente cómo incorporarlos. ¿Se extendería la sangre de Cristo a estas personas «inmundas»? Estos quizá eran los pensamientos que revoloteaban en la cabeza y en el corazón de Pedro durante esta historia. Sin embargo, Dios tiene otro mensaje para Pedro, para la Iglesia en crecimiento y para nosotros hoy.

Preparando el momento: oración

La oración es esencial para el discipulado. En Hechos 10:9, vemos que Pedro tenía el hábito de orar. Subió a la azotea, pero pronto tuvo hambre. Dios usa el hambre de Pedro durante su tiempo de oración para enseñarle una lección invaluable sobre hacer discípulos. Si no tenemos vida de oración, se nos dificultará hacer discípulos. Debemos tener el hábito de la oración incorporado en nuestra vida.

También debemos orar por oportunidades para hacer discípulos. Debemos abordar la oración como un tiempo para encontrarnos con Dios. El resultado de pasar tiempo de calidad con Dios en oración es que estaremos listos para hacer discípulos en nuestra vida diaria. Hacernos el hábito de encontrarnos con Dios en oración es el primer paso en el discipulado bíblico.

Labrar el campo: tener el corazón correcto

Los versículos 9-15 capturan una visión muy extraña que Pedro tuvo durante su oración. Vio un lienzo con toda clase de animales inmundos. Podemos sentirnos tentados a leer esto y suponer que nunca debemos orar con el estómago vacío. Bromas aparte, muchas veces leemos esta historia y perdemos el punto. Podemos sentirnos tentados a concluir que Dios le está diciendo a Pedro que todos los alimentos son limpios. Sin embargo, el contexto no apoya esta interpretación. Hay otros versículos para argumentar que todos los alimentos son limpios. El contexto de esta historia es la historia sobre Cornelio, un gentil «inmundo» que se convierte en seguidor de Jesús. Se trata de cruzar los límites culturales y rituales por causa del evangelio.

El énfasis teológico no está en la comida, sino en las palabras «limpio» e «inmundo». La comida aquí simplemente sirve como una lección objetiva para el corazón de Pedro. El problema no era lo que Pedro pensaba acerca de comer ciertos alimentos, sino lo que pensaba acerca de hablar con ciertas personas que eran «inmundas». Hechos 10:15 es el versículo clave para entender esta historia y lo que Dios está tratando de decirnos hoy. «Lo que Dios limpió, no lo llames tú común». Pronto Pedro entendió en su totalidad lo que Dios estaba tratando de decirle. Vemos a Pedro demostrar el versículo 15 cuando habla con Cornelio y lo guía a él y a su familia a Cristo. El punto aquí es que nosotros también necesitamos enderezar nuestro corazón.

Antes de ir y hablar con la gente, oremos primero y hagamos que nuestro corazón esté bien delante del Señor. Esto es lo que Pedro necesitaba para poder ir con Cornelio. Al mirar a Pedro poner las proverbiales manos a la obra, veamos la necesidad de un corazón preparado en nuestras empresas de discipulado.

Cosechando la cosecha: ve y di

Volviendo a nuestra historia, Cornelio envió hombres a Pedro. En la providencia de Dios llegaron cuando Pedro estaba orando y, perplejo por lo que vio. Fue con estos hombres a la casa de Cornelio. Vemos que mientras Cornelio había estado esperando escuchar a Pedro, también había estado reuniendo a más personas para escuchar las palabras de Pedro. El versículo 28 indudablemente muestra que Pedro ahora entiende la visión. Aquí están Cornelio y sus amigos: gentiles, inmundos y prohibidos. Pedro vio que la visión lo había preparado para no ver a las personas como limpias o inmundas, dignas o indignas. En cambio, Dios quería que Pedro le dijera a este soldado romano acerca de Jesús y lo discipulara como alguien limpio. Dios quizá quiera que vayas a alguien que consideras «inmundo». Escucha este mensaje alto y claro: nadie que Dios haya limpiado es común. Cornelio cree y también los que estaban con él. La presencia visible del Espíritu Santo solo confirma aún más que esta era la voluntad de Dios. Así que ve y di. ¡Haz discípulos!

¿Discipular a quién? A todos los que Dios ponga en tu camino. ¿Qué hago con la gente mala, con la gente que no piensa lo mismo que yo, con la gente pobre, con la gente rica o con la gente con la que no me gustaría ser asociado, y así sucesivamente? Ve y diles. Lee tu contexto. ¿A quién percibes como inmundo e indigno de tu tiempo o del evangelio? Comprende que a través de la sangre de Jesús lo que era inmundo se ha vuelto limpio. Su sangre lava nuestra impureza y nuestro pecado. ¡Estas son buenas noticias! Así que a medida que vayas y participes en el discipulado; ora, prepara tu corazón y ve y díselo a todos a medida que Dios te guíe a ellos. El modelo bíblico para el discipulado no tiene lugar para el favoritismo. En el discipulado no cabe pensar que alguien es indigno del evangelio. Ve con esto en mente: «Lo que Dios limpió, no lo llames tú común», sin importar quiénes sean o de dónde sean. Ahora, ve y haz discípulos a todas las naciones.

 


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