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¿ESTÁ LA BIBLIA EN CONTRA DE LA CIENCIA?

Por Andrew Sargent, Ph. D., colaborador de Fundamentos de ICM

Una de las muchas cosas que hago que molesta a los que se molestan fácilmente es que complico cosas supuestamente simples. Cuando la gente denuncia la Biblia como «anticientífica», los molesto con preguntas sobre la definición de ciencia y sus límites. Luego, cuestiono su percepción de las Escrituras como meramente una colección de historias infantiles poco sofisticadas.

Mientras hacía mi doctorado, trabajé como guardia de seguridad en un bachillerato elitista. Una vez, mientras leía mi Biblia, un alumno me dijo: «¿Por qué está leyendo la Biblia cuando la ciencia ha demostrado que no hay Dios?». Respondí: «Cielo santo, la ciencia ha avanzado bastante. La última vez que revisé, la ciencia se limitaba al mundo material, y era incapaz de probar la inexistencia de nada». Se burló y siguió su camino. Lamentablemente, esta suposición no se generó en el vacío. El alumno aprendió esta predisposición hacia la «ciencia» de su maestro de ciencias naturales, quien una vez se jactó ante mí de que la «ciencia» ha resuelto casi todos los grandes misterios del mundo y, refutado la existencia del mundo inmaterial.

Tal vez tú mismo te has preguntado si la Biblia es anticientífica. Después de todo, se encuentra llena de milagros, habla de ángeles y demonios, relata extrañas historias de la Creación, visiones, sueños proféticos y cosas por el estilo. Entonces, ¿está la Biblia en contra de la ciencia?

Respuesta rápida: NO.

Respuesta molesta: Define ciencia. Expresa los límites de la ciencia. Describe la comprensión «precientífica» de la realidad. Y, entonces, hazme esa pregunta otra vez.

Analicémoslo...

Definamos ciencia

En tiempos modernos, la palabra ciencia ha adquirido proporciones míticas. Gracias a Thomas Dolby, incluso tiene su propio tema musical. Lamentablemente, su reputación ha incorporado muchos elementos que van mucho más allá de su definición. El diccionario Oxford Languages define ciencia como ‘la actividad intelectual y práctica que abarca el estudio de la estructura y comportamiento del mundo físico y natural por medio de observación y experimentación’. En otras palabras, la ciencia es una metodología para estudiar nuestro mundo físico dónde el conocimiento se adquiere a través de la observación y la experimentación.

Los límites de la ciencia

Así pues, la ciencia es un método inductivo para estudiar el mundo material. Eso es todo. Está limitada por la capacidad humana de observación, medición y la realización de experimentos con resultados consistentes. Los científicos pueden ser considerados expertos en muchos asuntos relacionados con el mundo físico, y su conocimiento se debe recibir de buena gana, pero al mismo tiempo es necesario cuestionarlo. Desafortunadamente, esto no impide que algunos científicos o personas con una «tendencia científica» se aventuren de modo autoritario en los reinos de lo inobservable y lo no observado.

Las personas como el maestro y el alumno que mencioné anteriormente creen que la ciencia puede «explicar» o «probar» muchas más cosas de las que realmente puede. Por ejemplo, las verdades lógicas y matemáticas están fuera del ámbito de la ciencia, pero deben presuponerse para hacer experimentos. Las matemáticas se basan en deducción, no en inducción. Las preguntas sobre moralidad o la observación de cualidades estéticas como la bondad o la belleza no son determinables a través del método científico. Las verdades metafísicas, como creer que hay otras mentes además de la propia, no pueden ser probadas en experimentos de laboratorio. ¡Ni siquiera el método científico en sí puede ser validado por el método científico!

La comprensión pre científica de la realidad

Al haber sido criados en una civilización con una mentalidad científica, tendemos a dividir la historia en dos partes... científica y precientífica. Cuando decimos precientífico, normalmente nos referimos a  ‘ignorante de la realidad’ y ‘gobernado por supersticiones religiosas absurdas’. Lo cual está bastante errado.

Los documentos antiguos, como los mitos paganos e incluso las Escrituras, no eran intentos precientíficos de hacer ciencia... para nada. Los seres humanos de todas las épocas y lugares han observado las estructuras causa‑efecto del mundo material, y han ido añadiendo continuamente al compendio del conocimiento humano a lo largo de los milenios. Todavía estamos aprendiendo, y todavía nos encontramos con tener que desaprender muchas cosas que estábamos absolutamente seguros que ya entendíamos. No: lo que cambió entre las eras científica y precientífica del hombre fue, más bien, el interés que nuestras respectivas sociedades tenían y tienen en el mundo, nuestras percepciones de la naturaleza de la realidad misma y nuestro propósito al buscar comprender el mundo que nos rodea.

La mayoría de las personas con mentalidad científica creen que viven en un mundo de solo cosas físicas, gobernado solo por leyes materiales. Solo aceptan causas materiales como explicaciones para todos los fenómenos.

Las personas precientíficas tenían una mentalidad funcional y vivían en un mundo en el que los humanos se esforzaban por sobrevivir y prosperar. Estaban tratando de descubrir y describir los patrones de comportamiento conducentes a la propagación del florecimiento humano... por lo menos para su grupo. Si bien estaban atentos a la causa‑efecto material y aplicaban ese conocimiento en la práctica, también estaban preocupados por la causa última detrás de las causas materiales.

Podríamos imaginar una señal de «No fumar». Algunos hablarán sobre el material del que está hecha la señal, el texto utilizado para comunicar el mensaje o incluso la dinámica de su soporte. Estos son pensadores con mentalidad material. El hombre con una mentalidad funcional lee el letrero y apaga su cigarrillo. Entonces... ¿quién entiende realmente la señal?

Con respecto a la creación, nosotros, la gente moderna, queremos saber cuán antigua es la Tierra, de dónde provino todo, los procesos por los cuales se convirtió en lo que es… y nos imaginamos que al descubrir esto llegaremos a entender verdaderamente el mundo.

Sin embargo, la gente premoderna quería saber cómo funciona el mundo para funcionar bien dentro de él. La literatura bíblica se encuentra, por lo tanto, como la mayoría de las artes literarias de los antiguos, centrada en la sabiduría... al menos en intención... y debe leerse así.

La Biblia no está en contra de la ciencia.

Las respuestas que la gente antigua dio sobre la lucha por el florecimiento humano —a menudo expresadas de maneras creativas en sus mitos— varían ligeramente de una sociedad a otra, pero la mayoría de los sistemas caen naturalmente bajo la etiqueta de «pagano». En la Escritura, encontramos una desviación radical de la lucha pagana por el florecimiento humano, pero no una desviación de su orientación funcional con respecto al mundo. Por lo tanto, es importante entender lo que estamos leyendo en la Escritura: un acercamiento a la realidad por medio de la sabiduría.

Aplicar un supuesto modelo científico de interpretación a las historias precientíficas sobre la Creación es un gran error. Esto no hace que la Escritura esté en contra de la ciencia. Simplemente reconoce una orientación completamente diferente al abordar la realidad, la necesidad humana y el contenido bíblico. No debemos exigir que la Escritura satisfaga nuestra curiosidad moderna sobre el mundo material; no está escrita para hacerlo. Más bien, necesitamos discernir lo que la Biblia pretende comunicar acerca de vivir en el mundo de Dios, ya que utiliza términos, gramática, relaciones literarias y estructura, así como géneros literarios para predicarle la verdad a las mentes que están luchando con una visión pagana del mundo.

esclavitud al materialismo filosófico y de las agendas de los actores del poder mundial, puede agregar mucho a nuestro conocimiento sobre los procesos de Dios en Su mundo. La fe no tiene nada que temer de los hechos. Esto no sugiere que los «científicos» hayan descifrado todo, ni que lo que ellos creen que hayan entendido sea cierto. Simplemente sostiene la posibilidad de que si el hombre no estuviera limitado por la arrogancia y la ideología, podría descubrir mucho más sobre el mundo material, y escaparía más fácilmente de su esclavitud a compromisos filosóficos no fructíferos para usar esta colección de hechos con sabiduría... es decir, para promover la propagación del florecimiento humano.

La Escritura adecuadamente entendida, liberada de los intentos modernos de forzar sus textos antiguos a un molde científico, a su vez, legaría más fácilmente al lector moderno su mensaje de acciones sabias en el mundo de Dios.

Armados con este entendimiento, estamos mejor preparados para abordar cada caso en el que algunos han propuesto un conflicto entre la «ciencia» y las Escrituras, y podemos hacerlo sin miedo. Ni la Escritura ni la fe tienen nada que temer de la verdad. La Biblia NO está en contra de la ciencia, sino que sus autores tienen una orientación diferente hacia la vida... una que está fuera del ámbito del método científico. La Biblia NO está en contra de la ciencia porque es el libro inspirado por el Creador de todo.

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