Por Rachel Kidd

Uno de los discursos más grandes y populares de Jesús fue el «Sermón del Monte», un resumen conciso de la enseñanza ética de toda la Biblia. Le reveló las «bienaventuranzas» a su pueblo, las bellas actitudes que denotan una vida de fe llena de gracia en el servicio a Dios, así como una forma de orar al Padre a través del Padrenuestro. Jesús esencialmente nos dice lo que significa tener salud en el espíritu, una especie de revisión general del alma, un momento de descanso para los misioneros bajo su liderazgo.

Si bien ha sido conocido como un sermón, no fue todo un sermón en el sentido tradicional; se parecía más a un retiro cristiano moderno. Jesús se encuentra en las laderas de las montañas que rodean el Mar de Galilea, ahora conocido como el monte Arbel, rodeado de miles de oyentes. Eran personas sufrientes que requerían ser ministradas, lo cual con frecuencia es agotador emocionalmente. A menudo me siento agotada y abrumada después de un largo viaje misionero o de servicio donde escucho y veo el dolor de los demás. La difícil situación de la humanidad es pesada y difícil de llevar, incluso para los pastores más experimentados.

Así que, Jesús sube a un punto más alto en la montaña, y extiende invitaciones para asistir. Dividió a las grandes multitudes en dos grupos, uno de personas que eran parte de Su solución y el otro que todavía era parte del problema. El contexto aquí es importante, entendiendo a la audiencia prevista de las palabras de Jesús. Como lectores nos preguntamos: ¿dónde estamos en esta escena? ¿Todavía estamos al pie de la montaña, confundidos y cuestionando? ¿O estamos en la cima con Jesús, siendo parte de la iglesia colectiva y de la solución?

Para ser felices

A aquellos que forman parte de la solución, a los discípulos, se les otorga un momento de descanso del sufrimiento debajo de ellos cuando Jesús se comunica con ellos. Al igual que cuando hacen un círculo en tu iglesia o grupomisionero para compartir sus altibajos, sus alabanzas y sus valles como una forma de alentarse mutuamente, Jesús les recuerda las bendiciones de la fe. Renueva su espíritu a través de las bienaventuranzas, utilizando la palabra bienaventurados, o la palabra griega makario, que significa ‘feliz y afortunado’.

Makarios era una palabra común en griego, y se utiliza cincuenta veces tan solo en el Nuevo Testamento. Sin embargo, feliz es una traducción insuficiente, incapaz de capturar toda la profundidad y connotación asociadas con makarios, ya que describe a un pueblo con el privilegio de estar libre de preocupaciones: una felicidad verdadera y perpetua. Los griegos a menudo usaban la palabra makarios para describir el estilo de vida de los dioses en el monte Olimpo, descansando en el reposo y comodidad delpoder total y de la divinidad

Jesús les está prometiendo este tipo de felicidad a sus discípulos; no el tipo de felicidad que se desvanece con las cosas terrenales como la riqueza o los dulces. Sin embargo, la promesa de makarios en el sermón del monte no viene aparejada con visiones de relajación y vestimentas de oro, sino con sufrimiento y desesperación. El Señor bendice a los que tienen hambre de justicia, a los que son perseguidos por su lealtad a Él, a los misericordiosos y alos pacificadores. De una manera que suena contradictoria, Jesús ofrece un makarios eterno a las personas que más sufren en la tierra y extiende la invitación a todos los que elijan seguirlo.

Versículos sobre makarios

A diferencia de lo que podría hacernos felices a corto plazo, como la seguridad financiera, el Nuevo Testamento nos ofrece una visión diferente de makarios y de lo que puede hacernos verdaderamente felices.

Las personas descritas como bienaventuradas, o verdaderamente felices, no son las que tienen más dinero o poder. Todo lo contrario, de hecho. Son los más pobres, los más oprimidos. Son más capaces de reflejar la gloria de Dios, quien es la imagen perfecta de la felicidad bienaventurada.

Se nos promete una eternidad con Cristo, caracterizada por makarios y un Cielo perfecto, si somos parte de la solución. Aunque podremos sufrir en la Tierra con las profundidades de la humanidad, Jesús nos ofrece un momento de descanso, como un retiro en la ladera de la montaña. Él comparte con nosotros la gran esperanza de su ministerio, solo nos pide que tomemos nuestras cosas y lo sigamos.

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