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EL PODER DE UNA HISTORIA

Por: Charles Hegwood

Hay poder en una historia. Las historias pueden traspasar nuestras barreras y llegar a nuestros corazones. En cierto modo, Dios nos diseñó para que nos interesaran las historias. No es de extrañar que el Evangelio se presente como una gran historia entretejida a lo largo de los sesenta y seis libros de la Biblia. A Jesús también le gustaba contar historias llamadas parábolas. Utilizaba las parábolas por varias razones. Algunas de las parábolas se relacionaban con la cultura. Otras eran sólo para que las entendieran sus discípulos. Otras eran parábolas que causaban conmoción, para exponer el pecado en los corazones de los oyentes. Veamos hoy una de estas parábolas. Es la parábola del fariseo y el recaudador de impuestos. Vemos que Dios es misericordioso con los que se acercan a Él con humildad. 

El factor sorpresa 

En nuestra cultura moderna, perdemos gran parte del impacto de esta parábola de Lucas 18:9-14. Si creciste en un ambiente religioso, instintivamente ves al fariseo como "el malo" de cada historia. Incluso en la cultura fuera de la iglesia, la palabra fariseo tiene una connotación negativa debido a años de impacto cultural cristiano. Sin embargo, para la audiencia de Jesús, los fariseos eran vistos como los modelos espirituales y el estándar que Dios aprobaba. En cierto modo, eran los rockstars espirituales más apreciados de su época. Jesús, sin embargo, no estaba impresionado. Y eso escandalizó a la multitud. Cuando Jesús contó una parábola sobre un fariseo y lo comparó con un recaudador de impuestos, fue desconcertante. Ellos naturalmente habrían elegido al fariseo como el justificado. Debemos preguntarnos, ¿por qué?

Personajes impactantes

Después de que los exiliados regresaron a Jerusalén, comenzaron a estudiar las escrituras. Los lideres se dieron cuenta que la razon por la que fueron exiliados en primer lugar fue porque desobedecieron los mandamientos de Dios. Asi que, llamenlo una ligera sobrecorreccion, pero se formo un grupo llamado Fariseos, que estaban decididos a no repetir los errores del pasado. Ellos edificaron muros de mandamientos alrededor de los mandamientos de Dios. Y aunque su método no era el objetivo de la Palabra de Dios, sus corazones inicialmente estaban en el lugar correcto. Sin embargo, con el tiempo las reglas añadidas llegaron a ser más importantes que la ley de Dios. Sus leyes se convirtieron en una carga que Dios nunca le pidió a Su pueblo que llevara. Para el tiempo de Jesús, muchos fariseos, aunque no todos, se habían vuelto arrogantes y orgullosos de su percibida "espiritualidad". 

Por el contrario, los recaudadores de impuestos eran algunos de los más bajos en el orden social. Los recaudadores de impuestos a menudo eran colocados por debajo de los "pecadores y prostitutas". Eran vistos como traidores por dar el dinero de sus compatriotas a Roma. También se les consideraba tramposos, que se llevaban más dinero del que les correspondía. Así que eran marginados sociales. ¿Cómo podía orar un recaudador de impuestos? Y si lo hacía, ¿cómo iba a escucharle Dios? Y, sin embargo, tenemos esta parábola en la que el recaudador de impuestos es justificado frente al fariseo. Ellos se hicieron la misma pregunta que nosotros deberíamos hacernos: "¿por qué escucharía Dios la oración del recaudador de impuestos por encima de la oración del fariseo?".

El corazón de un adorador

Jesús se dirigía a una multitud que, como dijo Lucas, confiaba en sí misma para obtener la justicia. Esta pista del contexto es clave para entender el "por qué" de la parábola. Jesús le está diciendo a la gente y a nosotros qué clase de corazón debe tener un verdadero adorador de Dios. Y rápidamente vemos que el trabajo y el comportamiento no tienen nada que ver con ello. Esta historia me parece intrigante. En el siglo I, la gente hacía lo mismo que seguimos haciendo hoy. Nos encontramos confiando en nuestro estatus laboral y en nuestra moralidad. Puedes llamarlo naturaleza humana, pero Jesús lo llamó pecado. Si confías en tu justicia no estás adorando a Dios. La conmoción de esta historia traspasa nuestras defensas y nuestra justicia propia y nos confronta con la brutal verdad. 

Podemos vestirnos bien, decir las cosas correctas y presentarnos en la iglesia cada vez que se abren las puertas, pero nada de eso nos salvará. Si confías en esas cosas, descubrirás que el pecado de la arrogancia y el orgullo no tardarán en seguirte. El fariseo hace todas las cosas correctas en la vida. El es algo generoso, es moral desde un punto de vista exterior, ayunaba dos veces por semana, y daba el diezmo. El estaba dedicado a su vida religiosa. Uno lo ve y piensa que es bueno y que Dios está con él. Sin embargo, la historia de Jesús tiene a los fariseos orando una oración orgullosa. Confiaba en todas esas cosas para justificarse ante Dios. Mientras que las acciones son importantes, Jesús está diciendo que nuestras '"buenas obras" deben venir de un corazón humilde. Somos justificados a través de la sangre de Cristo cuando buscamos a Dios con humildad. 

A diferencia del fariseo, el recaudador de impuestos ni siquiera entra en el templo. Ni siquiera levanta sus ojos a Dios. Sabía que era un pecador y sentía el peso de ese pecado. Sentía el peso de la vergüenza que trae el pecado. Sin embargo, no se dejó intimidar. Clamó a Dios. No era una oración halagadora, pero era una oración sincera y apasionada. Sabía que no podía hacer nada para redimir su estado. Así que pidió la misericordia de Dios. Según Jesús, y ante la conmoción de la multitud, Dios justifica la humilde oración del recaudador de impuestos porque su corazón buscaba humildemente a Dios. 

Un puente

Nos encontramos cara a cara con una cruda imagen especular de nuestro estado espiritual. Tal vez veamos al fariseo mirándonos. Sabemos que debemos responder clamando por la misericordia de Dios. Cuando veo al fariseo mirándome, me convierto en el recaudador de impuestos clamando por la misericordia y el perdón de Dios. Si tú ves al recaudador de impuestos mirándote fijamente, ¿qué haces? Haces lo mismo que el recaudador de impuestos. Pide misericordia a Dios. Dios busca el corazón humilde ante Él. Confía sólo en Él para obtener gracia, misericordia y esperanza. Mírate en el espejo de las Escrituras a través de esta historia de hoy y ten un corazón humilde. Dios busca personas así.


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Michelle Cruz