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NOTAS DE LA CLASE: EL EVANGELIO AL REVÉS

En esta lección, echaremos un vistazo al evangelio de Pablo mientras lo predica en Gálatas. No tardamos mucho en descubrir que Pablo está perturbado y enojado. Algunos de los miembros de la iglesia en Galacia han comenzado a escuchar la falsa enseñanza que afirma que la salvación a través de Cristo solo es posible para aquellos que se vuelven judíos.

Pablo continuamente nos recuerda el amor que no tuvimos que ganar. Pablo escribe en Gálatas 1:3-5: 

Continuando en el capítulo 2, Pablo aborda un problema que surge de una experiencia que tiene con Pedro. Muchas personas que eran judías antes de convertirse en discípulos de Jesús querían conservar su judaísmo después de comprometerse a seguir a Jesús. El cristianismo, para ellos, era una secta judía; era simplemente una extensión natural del judaísmo. Entonces, cuando los gentiles, o cualquiera que no fuera judío, comienza a seguir a Jesús, los líderes de la iglesia primitiva celebran un concilio en Jerusalén para hablar sobre la pregunta apremiante en la mente de todos: ¿Tienes que convertirte en judío para ser cristiano?

Es en este contexto que Pablo nos da este maravilloso pasaje en Gálatas 2:20-21:

En esencia, Pablo está diciendo que Cristo murió para que tú pudieras vivir. Ese es el evangelio. Pero también significa que ahora mueres para que Cristo pueda vivir a través de ti. Cristo murió para darnos vida, y ahora nosotros morimos a nosotros mismos para revelar la vida de Cristo a los demás. Esta es la fascinante enseñanza del apóstol Pablo: Cristo vive en mí. Cristo vive en la persona que ha sido salvada solo por gracia a través de la fe solo en Cristo. Nuevamente, este mensaje de transformación es un regalo que no ganamos y una verdad que reclamamos  como hijos de Dios.

Aquí es donde el cristianismo presenta una gran paradoja... una profunda ironía. La única forma de encontrar tu vida es perderla, y la única forma de salvar tu vida es sacrificándola. Así es, este es definitivamente un mensaje difícil de aceptar, y es difícil incluso de entender completamente. Como seguidores de Cristo, creemos que la única forma de vivir realmente es morir a uno mismo. Eso es lo que Pablo quiere decir cuando dice, he sido crucificado con Cristo. Jesús murió por nosotros, para que Él pudiera vivir a través de nosotros. 

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas creen en el evangelio de Jesucristo mientras que otras piensan que es una tontería? No es porque un grupo sea más inteligente que el otro. La fe no es una cuestión de inteligencia. Encuentras personas inteligentes en todos los lados de la fe. La fe tampoco es algo de lo que presumimos. La fe es un asunto del corazón. Nuestro corazón está abierto o cerrado, y solo Dios conoce completamente la respuesta de nuestro corazón.

Muchos imaginan la vida como un acto de equilibrio, con buenas obras de un lado y malas obras o pecados del otro. Que, si uno puede inclinar la balanza hacia las buenas obras, se imaginan que Dios lo aceptará. Con qué frecuencia la gente afirma: “Soy una buena persona” o “Tengo buenas intenciones”. Este pensamiento eleva el estatus humano y nos impide poder experimentar plenamente la santidad de Dios, algo a la vez hermoso y poderoso.


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