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EL ESPÍRITU DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Los Diez Mandamientos fueron dados al pueblo de Dios para conducirse y discernir entre lo bueno y lo malo.

Los libros de Éxodo, Levítico y Deuteronomio están compuestos por leyes dadas al pueblo de Israel para su comportamiento como ciudadanos de un territorio que, como toda nación, necesitaba tener su propia constitución.

Los primeros cinco libros de la Biblia contienen más de 600leyes, pero la esencia de la ley mosaica se encuentra en los Diez Mandamientos.

Jesús sabía que Dios le dio al hombre la ley por amor. A través de las leyes el Señor expresa su amor hacia el hombre; sin embargo, Jesús fue el único en cumplir toda la ley.

Los fariseos, saduceos y escribas imponían la ley a la gente, pero ellos mismos no la aplicaban a sus vidas.

En muchas ocasiones, Jesús rompió algunas aplicaciones legalistas sobre el Shabat. Para los grupos religiosos incluso era ilícito ayudar al prójimo en el día de descanso.

El espíritu de estos Diez Mandamientos llega al espíritu de todas las leyes bíblicas y se dividen en dos partes:

1. Mandamientos que gobiernan nuestra relación con Dios (estos siempre son los primeros)

2. Mandamientos que gobiernan nuestra relación con las personas.

Mateo 22: 35-40, Jesús resume los Diez Mandamientos en dos:

Si amas a Dios con todo tu ser, guardarás los primeros cuatro mandamientos. Si amas a tu prójimo como a ti mismo, guardarás los últimos seis mandamientos.

Primer mandamiento:" Yo soy el Señor tu Dios...No tendrás dioses ajenos delante de mí". Si Dios es algo, entonces Dios es todo. El espíritu del primer mandamiento es: "Dios primero".

Segundo mandamiento: "No te harás ídolos”. Solo Dios puede recibir toda adoración y nadie más. Juan 4:24 dice esto: "Dios es espíritu, y los que le adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".

Tercer mandamiento: "No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano”. Este mandamiento no se trata principalmente del uso del nombre de Dios, sino de la blasfemia y difamación del nombre de Dios a través de tus palabras y tus acciones, disminuyendo la gloria de Dios a través de cualquier cosa que puedas decir o hacer mientras llevas Su nombre.

Cuarto mandamiento: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. Si Dios es primero, entonces debería tener al menos una séptima parte de tu tiempo. Dios quiere que le dediques tiempo.

Si Dios lo es todo para ti, no es ilógico apartar un día a la semana como el día de Dios. La gente necesita descansar. Dios te ordena que apartes un día a la semana para descansar del trabajo.

Quinto mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen en la tierra que el Señor tu Dios te da". Las Escrituras enseñan a los niños a obedecer a sus padres, pero este mandamiento va más allá.

Los adultos deben honrar y respetar a su padre y a su madre, aun mucho después de que hayan pasado los días de estricta obediencia. Este mandamiento es el único que tiene una promesa

Sexto mandamiento: "No matarás". La palabra hebrea aquí no significa “matar”, sino “asesinar”. El hombre es la imagen de Dios y como tal, su prójimo debe ser tratado con toda la dignidad y el respeto.

Séptimo mandamiento: "No cometerás adulterio". La moralidad sexual es vital para la salud cultural y social. La fidelidad sexual antes y después del matrimonio es vital para una relación fuerte.

Los matrimonios sólidos son vitales para la salud y la seguridad de los niños y la preservación de la unidad familiar que forma la base de una comunidad.

Dios ordena que la sexualidad se restrinja al matrimonio porque Él te. ama y conoce las consecuencias de una moral relajada.

Octavo mandamiento: "No robarás". Robar es quitarle algo a otra persona sin permiso o derecho legal.

Uno puede robar una vida, un cónyuge, salud, libertad, reputación, propiedad, una relación, tiempo, energía o incluso la tranquilidad. El respeto por la santidad de otra persona se da naturalmente al respetar todo lo relacionado con el otro.

Noveno mandamiento: "No darás falso testimonio contra tu prójimo". El espíritu del noveno mandamiento habla del deseo que Dios tiene de una sociedad honesta, llena de personas honestas que digan la verdad.

Décimo mandamiento: "No codiciarás”. Este mandamiento nos dice en pocas palabras: "¡Ni siquiera lo pienses!”.

Si bien no es un pecado tratar de mejorar la situación de uno mismo, la raíz de tanto mal se encuentra en envidiar a los demás y sus cosas. No podemos permitir que nuestros corazones y mentes anhelen profundamente tener lo de otros.

Dios dio los Diez Mandamientos para proporcionar a las personas un estándar de comportamiento productivo.

Dios es santo y amoroso, dispuesto positivamente a su creación; por tanto, lo que Dios manda es bueno y recto. Obedecer estos mandamientos es la manera sabia de vivir.

Santiago nos dice claramente: "Porque cualquiera que guarda toda la ley y, sin embargo, tropieza en un punto, se hace culpable de todos”. Por otra parte, Romanos 3:23 nos dice que no hay distinción...todos hemos pecado.

El propósito de los mandamientos es revelar nuestro pecado y hacernos conscientes de que somos pecadores.

Si comparas tu conducta con la ley de Dios, verás cuán lejos estás de Él en tus pensamientos, tus palabras y tus obras. Las leyes te son dadas para que tengas una vida abundante.

La Ley surge del corazón del amor de Dios.


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