CUMPLIR LA GRAN COMISIÓN CON LA AUTORIDAD Y PRESENCIA DE JESÚS
Por: Charles Hegwod
Imagina que has pasado casi tres años caminando, hablando y aprendiendo de un maestro excepcional. Juntos han logrado grandes cosas. Han enfrentado conflictos aparentemente imposibles y han salido victoriosos. Pero un día, con tus propios ojos, ves cómo arrestan, golpean y ejecutan a tu maestro. El pánico se apodera de ti. Huyes y sientes que has fallado. Sin embargo, tres días después, alguien llama a la puerta y, para tu asombro, es Él, vivo y sano. ¡Ha regresado de la muerte!
Pasas los siguientes cuarenta días conversando con Él y recibiendo nuevas enseñanzas. De repente, esos cuarenta días han pasado y te encuentras en una montaña, escuchando sus últimas palabras. El miedo vuelve a invadir tu corazón. La pregunta “¿Cómo podremos hacer esto sin ti?” resuena en tu mente y brota de tu corazón.
Así se sintieron exactamente los discípulos mientras se despedían de Jesús por última vez. Veamos las palabras que les dejó a sus amigos más cercanos al final de su ministerio terrenal. Jesús les estaba entregando la misión, otorgándoles Su autoridad y Su presencia para que salieran a cumplirla. Al igual que ellos, nosotros también estamos llamados a hacer discípulos, confiando en la autoridad y la presencia de Cristo para expandir el Reino de Dios.
Ir con autoridad
Cuando Su ministerio terrenal estaba por concluir, Jesús dio a Sus discípulos sus últimas instrucciones, que también son para nosotros. La misión es clara: ir y hacer discípulos en el mundo. A menudo, al leer Mateo 28:18-20, nos enfocamos solo en la misión, pero también es importante reflexionar sobre los parámetros de esta. Jesús les dijo a Sus discípulos que toda autoridad en el cielo y en la tierra le había sido dada. Al encomendarles la misión, estaba delegando esa autoridad en ellos. Debían recorrer el mundo con Su mensaje y Su poder. Era comprensible que sintieran miedo, pero no estaban emprendiendo la tarea por su propia cuenta, sino con la autoridad del Rey Jesús.
Esa misma autoridad nos ha sido dada a nosotros. Cuando salimos a hacer discípulos en cada rincón de la tierra, debemos recordar que lo hacemos con la autoridad de Jesús. Hermanos y hermanas, no están solos ni dependen de su propia fuerza. Tampoco deben temer a ningún poder terrenal. Llevan consigo la autoridad del cielo y la tierra a través de Jesús. Así que vayan y compartan esta maravillosa noticia con confianza.
Hacer discípulos en un mundo roto no es fácil. Pero lo hacemos con el poder de Jesús, caminando junto a otros, modelando Su ejemplo, cuidando y enseñando. Salgan con la autoridad de Cristo y hagan discípulos de todas las personas con las que se crucen en su día a día.
Ir con la presencia de Jesús
Mientras estaban en esa montaña recibiendo la autoridad para cumplir la misión, los discípulos sintieron miedo. Nunca habían estado mucho tiempo sin la presencia física de Jesús. Él lo sabía. Eran Sus amigos, los amaba y comprendía sus temores. También sabía que lo extrañarían. El amor entre ellos era mutuo. Por eso, les aseguró que, aunque partía, Su presencia permanecería con ellos siempre, hasta el final de sus vidas en la tierra.
Esta es una promesa poderosa. Pero ¿cómo podía Jesús estar con ellos siempre y al mismo tiempo irse? Su presencia ya no sería física, sino espiritual y real.
Esa certeza les dio a los discípulos la confianza necesaria para llevar a cabo la misión que vemos en el libro de los Hechos. Con el poder del Espíritu Santo y la presencia de Jesús lograron cambiar el mundo.
En Hechos 23:11, cuando Pablo estaba en prisión, golpeado y desanimado, Jesús se le apareció y estuvo a su lado. Jesús había prometido estar con Sus discípulos, y esa promesa también se cumplió en Pablo. En su relato, Pablo entendió que Jesús realmente estaba con él, fortaleciéndolo en medio de su encarcelamiento.
¿Ves cómo la promesa de Jesús de estar con Sus discípulos se hizo realidad en la historia de Pablo? Esa misma verdad se aplica a nosotros hoy. Mientras llevamos el mensaje de Jesús al mundo, enfrentaremos dificultades. Pasaremos por momentos de lucha. Pero qué gran consuelo es saber que, en medio de nuestra desesperación, Jesús está con nosotros. No es una promesa vacía. Si miras en la Biblia, en la historia de la iglesia e incluso en tu propia vida, verás que Jesús ha estado y siempre estará allí.
Aférrate a esta promesa y comparte a Jesús con todos los que te rodean, para que ellos también puedan experimentar Su presencia en sus vidas.
Conclusión
Tal vez sientas temor al pensar en el llamado a hacer discípulos. Si es así, no estás solo. Los discípulos también lo sintieron, al igual que muchos hombres y mujeres fieles a lo largo de la historia. Pero quiero que recuerdes algo esencial: mientras avanzas en tu vida, lo haces con la autoridad de Jesús y con Su presencia.
No navegamos por la vida cristiana sin rumbo ni solos. Cuando enfrentes autoridades terrenales o ídolos, llama al arrepentimiento con la misma autoridad con la que lo hizo Jesús. Cuando enfrentes dificultades en la vida y el ministerio, encuentra consuelo en Su promesa de estar contigo. No pasas por las pruebas solo, sino acompañado por el Rey del universo, quien te ama profundamente.
Así que, mientras vas y haces discípulos dondequiera que estés, recuerda que la autoridad y la presencia de Jesús están contigo. No temas, porque tu fe es más grande que tu miedo.
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