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CÓMO LEER MEJOR LA BIBLIA: LA IMPORTANCIA DE LA ORACIÓN

Autor: Patrick Krentz, Th. M., Director Editorial de Fundamentos de ICM

La Biblia puede ser un poco intimidante. Es enorme, es antigua y está inspirada por el Dios eterno que lo hizo todo. ¿Cómo podríamos llegar a entenderla? Bueno, uno de los grandes milagros de la historia es que Dios nos haya comunicado Su Palabra de una manera que incluso los niños puedan entender. Y Él nos ha hecho parte de Su Iglesia; así que, no estamos solos en el esfuerzo. Por lo tanto, invirtamos un poco de tiempo tratando de entender cómo podemos estudiar las Sagradas Escrituras para que no solo las entendamos, sino que seamos cambiados por ellas.

Lo que hace que la Biblia sea tan intimidante es también lo que la hace tan accesible: proviene de Dios. Esto garantiza dos cosas que siempre debemos tomar en cuenta: primero, que es inagotablemente rica y llena de significado, más allá de cualquier cosa que alguna vez conoceremos; pero, segundo, que Dios mismo desea comunicarse con nosotros de maneras específicas, formas que podamos entender y a las que podamos responder. Esto significa que, no importa quiénes seamos o cuán inteligentes seamos, nos beneficiaremos de estudiar las Escrituras, incluso si estudiamos los mismos versículos todos los días por el resto de nuestra vida.

Ahora, si Dios desea que leamos y estudiemos Su Palabra, debemos llegar a ella con ciertas expectativas y seguir ciertas reglas para sacar el máximo provecho de nuestro estudio. La primera regla y la más importante se describe en 1 Corintios 2:14, donde Pablo nos dice que:

Si confiamos únicamente en nuestra propia sabiduría natural para entender la Palabra de Dios, que fue exhalada por Su Espíritu de acuerdo con 2 Timoteo 3:16, nos parecerá una cosa muy ridícula. Los que estamos en Cristo estudiamos las Escrituras para buscar a Dios y hacer más profunda nuestra relación con Él. Por lo tanto, debemos confiar en Su Espíritu, quien está activo en nosotros, para comprenderla y relacionarnos con ella a plenitud.

Todo esto es para decir que, incluso antes de leer nuestra Biblia, comencemos nuestro estudio con oración. Pidámosle al Espíritu de Dios que haga por nosotros exactamente lo que Jesucristo prometió que haría. Jesús nos dice en Juan 14:26 que:

Por lo tanto, antes de sentarnos a leer las Escrituras, oremos y pidámosle a Dios que nos enseñe. Pidámosle que nos ayude a entender lo que leamos, a ver cosas nuevas que nunca antes hayamos visto, y a entender y obedecer a Dios como resultado de lo que leamos.

Ahora, tomemos este entendimiento y apliquémoslo a un método eficaz de estudio bíblico: el estudio bíblico inductivo.

Paso 1: Observar el texto

El primer paso en un buen método de estudio bíblico inductivo es observar el texto. Esto significa simplemente leer el pasaje de las Escrituras, a veces más de una vez, y tomar nota de todo lo que nos llame la atención. Anota lo que te diga el pasaje acerca de Dios: ¿Quién es y qué desea? Toma nota de lo que te diga acerca de la humanidad: ¿quiénes somos como hijos de Dios y como criaturas pecaminosas? Finalmente, toma nota de cualquier mandamiento que veas en el pasaje: ¿cómo debemos responder a Dios?

Hasta ahora, todo esto se puede hacer fácilmente de acuerdo con la sabiduría humana, y no requiere una relación con Dios para hacerlo. Para transformar nuestro tiempo de lectura del estudio de un libro a un tiempo devocional de adoración, debemos tomar nuestras observaciones y orar a Dios. Dile cualquier cosa que te parezca maravillosa o digna de alabanza acerca de Él. Recuerda, a Dios le encanta escuchar que le digamos Sus propias palabras en alabanza y acción de gracias; así que, ora a Dios con la Escritura. Entonces, dile lo que ves sobre la humanidad y sobre ti en el pasaje. Quizá veas tu propio pecado y tus propios defectos en el pasaje; por lo tanto, tómate el tiempo para confesar. Y, finalmente, responde a cualquier mandamiento que veas, diciéndole a Dios cómo obedecerás o confesando la dificultad que tengas con el mandamiento.

Cuando respondemos a la Escritura de esta manera, nos estamos comprometiendo con Dios quien se encuentra allí; Él es muy real y presente, y mora en nosotros por su Espíritu (si somos creyentes), y es el autor de las palabras que estamos leyendo. Ya no estamos meramente leyendo palabras impresas en un papel, estamos conversando con nuestro Creador que nos ama y quiere que lo conozcamos. Los siguientes dos pasos se alinean con esto:

Paso 2: Interpretar el texto

Después de haber observado lo que hay en el texto, podemos interpretar su significado. A veces, el significado será claro, pero a menudo habrá otros significados más allá de la superficie. Otras veces, quizá no tengamos idea de lo que significa. En esos momentos, sobre todo, es cuando se necesita la oración. Pídele a Dios que te ayude a entender Su Palabra por Su Espíritu. Dios ciertamente responderá a la oración humilde, como dice Santiago 1:5:

No es probable que experimentes un destello inmediato de comprensión. Esto implicará aprender de otros en la comunidad de tu iglesia. Quizá sea un largo proceso de leer la Biblia, luchar con su contenido y pedirle a personas en las que puedas confiar que te ayuden a tener claridad, pero el Espíritu de Dios te enseñará de acuerdo con Su Palabra. El objetivo no es la mera comprensión. La Palabra tiene el propósito de cambiarnos, y por eso también necesitamos el paso 3:

Paso 3: Aplicar el texto

Finalmente, debemos buscar aplicar lo que hemos aprendido de las Escrituras y escuchado de Dios. Si hubiera algún mandamiento directo en el pasaje que estudiamos, esta parte es fácil porque será bastante claro lo que necesitamos hacer. Si tu observación no reveló una aplicación obvia, pregúntale a Dios cómo le gustaría que respondieras a lo que has leído. En cualquier caso, puedes decirle a Dios cómo quieres obedecer Su Palabra, qué pasos tomarás y que necesitas Su ayuda para hacerlo. Y, en cada caso, la obediencia significa compartir con otros lo que has aprendido.

Ahora bien, si nos acercamos a las Escrituras de esta manera, comenzaremos a ver nuestro tiempo de estudio bíblico como una cita divina: un encuentro con Dios Todopoderoso. En lugar de sentarnos con un libro aburrido y confuso que sabemos que se supone que debemos leer, podemos ver que leer la Biblia es como sentarse para una conversación rica e interesante con un Amigo que nos ama y un Maestro que se preocupa por nosotros. Este tipo de estudio no solo nos proporciona información: nos cambia.

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