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CELEBRA CON UN CORAZÓN AGRADECIDO

Por Patrick Krentz, Th. M., Director Editorial de Fundamentos de ICM

Durante cientos de años, los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob vivieron en cautiverio como esclavos de los egipcios. Entonces, en un evento milagroso que sirvió como el fundamento mismo del desarrollo de la cultura israelita, Dios liberó a Su pueblo para traerlos a su propia tierra. A través de Moisés el Libertador, Dios envió plaga tras plaga contra sus enemigos hasta que, finalmente, su pueblo fue liberado. Dios apareció en forma espectacular, como una columna de nube y de fuego, y guió a su pueblo a través del Mar Rojo sobre tierra seca. Observemos como le respondió el pueblo a su Dios y Rescatador inmediatamente después de estos eventos asombrosos. Éxodo 16:2-3 nos dice:

Los israelitas se quejan

¿Viste eso? Milagro tras milagro, espectáculo tras espectáculo, con la presencia de Dios visible en medio de ellos, lo primero que hizo el pueblo fue quejarse. Y sus quejas no terminaron allí. Cuando Dios proveyó pan del cielo, el pueblo se quejó. Cuando Dios les dio agua de la peña, el pueblo se quejó. Y cuando Dios, finalmente, los llevó a la orilla de la Tierra Prometida, el pueblo se negó a entrar, y se quejó de la estatura de sus habitantes. De hecho, habían rechazado la bondad de Dios con tanta frecuencia que Él decidió enseñarles una lección que ellos y sus descendientes nunca olvidarían. Les enseñó, entre otras cosas, cómo ser agradecidos. A esta generación de ex esclavos le tomaría 40 años aprender la lección.

Es fácil sentarse a ver lo que hicieron los israelitas y juzgarlos: «Por supuesto, yo hubiera tomado mejores decisiones», «Yo no me hubiera quejado…». Pero pregúntate: ¿cómo respondes a la bondad de Dios en tu propia vida? Después de que Dios te bendice con algo asombroso, ¿cuánto tiempo esperas antes de quejarte de Sus bendiciones? Cuando has sido bendecido con ir a la escuela, ¿te quejas de tus maestros o de tus deberes/tareas escolares? O cuando has sido bendecido con un trabajo, ¿te quejas del trabajo que haces, de tu jefe o de tus compañeros de trabajo? Cuando has sido bendecido con un hijo, ¿te quejas de las noches sin dormir y de los pañales sucios? Como podemos ver, es muy fácil llegar a ser como la generación rebelde de israelitas que pereció en el desierto.

Entonces, ¿cuál es el remedio a este problema? ¿Cómo evitamos quejarnos? Aunque generaciones posteriores de israelitas de las que leemos en el Antiguo Testamento no tuvieron un mejor historial, instituyeron prácticas que los ayudaran a protegerse contra una actitud de rebelión. Quizá lo que más ayudó a esto fueron las fiestas anuales.

Celebrar con un corazón agradecido

Las fiestas anuales, o festivales, eran oportunidades anuales para recordar y dar gracias por la bondad y benignidad que Dios había mostrado en el pasado. Al celebrar festivales anualmente, la gente nunca olvidaría lo que Dios había hecho por ellos. Durante estas fiestas, la gente se reunía y recitaba su historia, dando gracias a Dios. En menor grado, el día de reposo semanal sabatino también servía para este propósito, ya que reorientaba al adorador para que tuviera un corazón de alabanza y gratitud hacia Dios.

Y ¿qué mejor manera de celebrar que con comida? Por supuesto, hacemos esto todo el tiempo. Trata de pensar en una celebración que no involucre comida. Por lo general, cuanto más feliz es la ocasión, más gira en torno a comer. Es una excelente manera de establecer gratitud en nuestros corazones con buenos recuerdos de amigos y familiares celebrando con un banquete.

Nuestra fiesta: el Día de Acción de Gracias

En los Estados Unidos, tenemos un día festivo que logra esto explícitamente. Incluso se llama el Día de Acción de Gracias. Al igual que las fiestas anuales de los judíos, el Día de Acción de Gracias es un momento en el que nos unimos con nuestra comunidad y recordamos la bondad y la benignidad de Dios. Hacemos esto históricamente, al recordar lo que Dios hizo en la vida de nuestros antepasados. Hacemos esto en nuestra comunidad, al reconocer lo que Dios ha hecho, y está haciendo, en nuestra nación. Y hacemos esto personalmente, al cultivar gratitud en nuestro corazón hacia Dios por Su fidelidad.

Este Día de Acción de Gracias, mientras contemplas el banquete de la fiesta, o, incluso, mientras cocinas en el microondas una sola porción de pavo congelado, aprovecha la oportunidad para recordar y dar gracias a Dios. Aprovecha la oportunidad para proteger tu corazón de las quejas. Recuérdales a los que te rodean las grandes cosas que Dios ha hecho en la historia y en tu vida. Practica la gratitud, y considera cómo, recordar la bondad de Dios, impacta tu fe de una manera positiva.

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