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ORACIÓN CENTRADA EN EL REINO

Por Charles Hegwood

No solemos equiparar el Reino de Dios con nuestra vida de oración. Debemos responder a la pregunta de cómo es la oración centrada en el Reino en la vida de un seguidor de Jesucristo. Por supuesto, no debería sorprendernos que Jesús haya respondido a esta pregunta en varios Evangelios. Por ejemplo, en Lucas, Jesús les pone el ejemplo a sus discípulos de cómo orar. En Mateo (el foco de nuestra discusión de hoy), el contexto es el Reino de Dios. A medida que comencemos a profundizar en Mateo 6:5-15, veremos lo que no es una oración orientada al Reino y la que sí lo es. La idea principal de nuestra discusión es que, a diferencia de los hipócritas, debemos orar al Padre con Su honor y Su Reino en mente. Estas son las oraciones que Dios escucha y cambian la forma en que hablamos con los demás. 

Lo que no es la oración del Reino 

Curiosamente, antes de que Jesús les dijera a Sus discípulos lo que es la oración, primero les recordó lo que no es. Si era importante para Jesús, también debe ser importante para nosotros. La gente estaba orando. La oración no era un concepto nuevo para el israelita ni para el gentil del primer siglo. Pero no toda oración es igual. Según Jesús, debemos evitar orar para lograr la adoración de los demás. Este problema no nos es ajeno hoy en día. Imagínate a una persona que se pone de pie para orar y hace una gran oración elegante que es más parecida a una actuación que a una oración genuina. En los días de Jesús, la gente oraba para ser vista como santa y respetada. La respuesta de Jesús es que oremos en privado. Ahora bien, Jesús no está sugiriendo que la oración pública esté mal. El problema era la actitud de la persona al orar. Tus actitudes hacia tu oración también son importantes. Las actitudes y las motivaciones importan. Recuerda, como pronto veremos, no oramos a los demás, sino a una audiencia de uno: el Padre. 

 

La segunda forma de no orar es no hablar y hablar. Es posible que hayas experimentado esto. Es la persona que se levanta para orar y divaga. Es una ensalada de palabras e ideas. Al parecer, la persona está tratando de captar la atención de Dios. Es un chisporroteo de palabras con la esperanza de manipular e importunar a Dios. Jesús nos advierte que no hay necesidad de esto. Los gentiles oran en vano de todos modos. El Padre escucha a Sus hijos. No tienes que usar muchas palabras o incluso palabras sofisticadas para captar Su atención o doblarle el brazo. Después de todo, Dios sabe lo que necesitas antes de que se lo pidas. Estas son dos actitudes y formas de no acercarse al Padre. Entonces, ¿cómo debemos orar? 

Lo que la oración del Reino es

La palabra «pues» se conecta con lo que acabamos de leer y mencionar, y luego dirige la conversación hacia lo que Jesús está a punto de decir. Jesús ahora pronunciará las palabras que muchas personas pueden recitar sin pensarlo mucho. Yo hice esta oración con mi banda de música todos los viernes y sábados durante el otoño en mis años de bachillerato. A menudo me preguntaba si la mitad de las personas que hacían esa oración habían reflexionado siquiera un poco en lo que significa. ¿Lo he hecho yo? ¿Lo has hecho tú? El Padre Nuestro es mucho más que una oración que hay que recitar; es una guía para tener una conversación profunda con el Padre. 

«Padre nuestro» 

Hay palabras que decimos y que a menudo pasamos por alto. Nos hemos familiarizado tanto con llamar a Dios Padre que ya no significa mucho. Sin embargo, cuando Jesús les dijo a sus discípulos que la oración centrada en el Reino comenzaba invocando a Dios como Padre, esto fue revolucionario. No llamaban a Dios Padre en ese tiempo. No consideraban a Dios de esa manera. Sin embargo, la oración centrada en el Reino se dirige a nuestro Padre. Lo llamamos Padre. Maravíllate ante el hecho de que podemos invocar al Rey y Creador del universo como Padre. Somos Su familia. Somos Sus hijos. No ores a un Dios distante con la esperanza de que te pueda oír. En cambio, invoca a un Dios que se acerca y desea estar cerca de ti. Eso debería provocar que nos quedemos totalmente asombrados

«Santificado sea tu nombre»

Oramos por el honor y la gloria de nuestro Padre. No oramos por ambición egoísta. El objetivo y la esperanza de cada oración es que Dios sea levantado en alto. Después de todo, así es como Jesús oró mientras estaba en la tierra. Queremos caer en cuenta de que el Padre está separado de la creación y de que es perfecto en todos los sentidos. Al hacer oraciones centradas en el Reino, debemos mantener la bondad y la santidad de Dios presentes en nuestra mente. 

«Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra»

Al orar con el Reino de Dios en mente, oramos para que se haga la voluntad de Dios. Se hará independientemente de nuestra oración, pero la belleza es que Jesús nos está dando la bienvenida a cómo opera el Padre cuando oramos. Oramos para dar rienda suelta a la voluntad de Dios. Oramos con el Reino en mente. Oramos, entonces, con un propósito. ¿A qué me refiero? Nuestras oraciones no carecen de objetivo ni son errantes, sino que son impulsadas con la gloria de Dios y Su propósito en mente. Que podamos capturar una visión del Reino para nuestras oraciones.

«El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy»

Está bien, incluso bien visto, orar por nuestra provisión. La oración centrada en el Reino incorpora lo que necesitamos para lograr las metas de Dios en esta vida. Jesús estaba preparando a sus discípulos para una vida de ministerio itinerante. 

Aplicación de la oración centrada en el Reino

«Espera, te saltaste los versículos 12 y 13», quizá estés pensando. Bueno, no en realidad. El versículo 12 y lo que sigue se convierte en la forma en que la oración afecta nuestra vida diaria. Cambia la forma en que hablamos con otras personas. Al pedirle perdón al Padre, también perdonamos a los demás. Considera el versículo 14 como referencia. Jesús se concentró en que perdonemos a los demás reflejando el corazón de alguien que ora para ser perdonado y para perdonar. Nuestras oraciones no deben ser vacías. Tienen un propósito. Nuestras oraciones deben promover un cambio en nuestra vida en la forma en que interactuamos y perdonamos a los demás. 

Conclusión

Al concluir nuestra conversación sobre la oración centrada en el Reino, debemos darnos cuenta de que el seguidor de Jesús ora de manera diferente al mundo. La gloria y el Reino de Dios impulsan nuestras oraciones. Nuestras oraciones nos impulsan a involucrar al mundo que nos rodea siendo nosotros personas que realmente han tenido un encuentro con el Padre, el Rey de toda la Creación. Esta conversación con el Padre nos lleva a perdonar y a mostrar el amor de Dios a un mundo perdido y moribundo. Tu vida de oración se reflejará en tu vida diaria.


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Michelle Cruz